¡Fuera con el temor!
"Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Apocalipsis 1.17-18 (RV60)…“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Juan 14.1-2 (RV60)
Amado(a) en Cristo:
Dice una leyenda, que cierta vez un peregrino oriental le preguntó al cólera morbo: _¿Adónde vas?_¡A Bagdad, a matar a cinco mil personas! Contestó la epidemia. Pocos días después el mismo peregrino se encontró nuevamente con el cólera que salía de la ciudad. _Me dijiste que ibas Bagdad a matar a cinco mil personas, pero en realidad has matado cincuenta mil –observó el peregrino._No contesto la epidemia. –Maté cinco mil como dije. Los demás han muerto de miedo.
En efecto, el miedo es una de las causas del fracaso en la vida de muchos seres humanos. El temor paralizante los tiene presos. Son cautivos y no pueden vivir en libertad. Más daño hace el miedo que la razón, psicológica o verdadera por la que se tiene. Sin embargo, nuestro Dios es grande en misericordia. JESÚS, es el regalo de Dios. Por eso, en estos próximos minutos, pensemos juntos en la declaración más grande que nos ha hecho el Señor concerniente a la conquista del miedo.
¡Fuera con el temor! Porque JESÚS, vino desde el cielo para decirnos: “No temas” Es evidente que Dios sabe que los seres humanos nos enfrentamos a cada momento a situaciones de miedo. Y ciertamente, el problema del temor es un problema que debe ser reconocido en muchas vidas, tratado y eliminado. Sin embargo, hoy nos enfrentamos a muchas situaciones en que el ser humano, es hasta lógico y comprensible que tenga miedo. Hoy los medios masivos de comunicación nos presentan noticias que nos llegan hasta nosotros al minuto de producirse. Pero como las buenas noticias, no venden, nos llegan las malas. Vivimos momentos en que nuestra civilización como la hemos conocido hasta ahora, amenaza con tocar fondo. Millones de personas en el mundo tienen que recurrir a medicinas para controlar el miedo que no les permite vivir. Esto explica porqué millones de seres humanos viven esclavizados por el temor. Este hecho se ve en todas las clases sociales: la alta y la baja, el rico y el pobre, el anciano y el joven, el nativo y el extranjero, el erudito y el ignorante, el que gobierna y los gobernados. Esta generación tiene miedo de todas clases: temor a otros y a sí mismos, temor al pasado, al presente y al futuro, temor a vivir en su país y fuera de él, temor de los afuera y de los adentro de su casa, temor a la enfermedad y a la salud, temor a divertirse y temor a sufrir, temor a la vida y temor a la muerte, temor a la pobreza y a la riqueza, temor a tener y temor a no tener. Etcétera. Pero tengo buenas noticias: JESÚS, vino precisamente con Su misión y mensaje para librar al ser humano del poder enervante y depresivo del temor. El mismo día en que nació, JESÚS, un ángel de Dios se le apareció a los pastores que estaban cuidando sus ovejas cerca de Belén. Los pastores, nos dice la Biblia, se asustaron y sintieron miedo. Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo”. JESÚS mismo, la noche en que fue entregado por Judas para ser crucificado, les dijo a
Sus discípulos: “No se turbe vuestro corazón”. Y, luego como el Salvador y Señor, resucitado y viviente, les dice a Juan, Su discípulo amado en el primer capítulo del último libro de la Biblia: “No temas”.
¡Fuera con el temor! Porque JESÚS, dice: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. ¿Cómo podemos vencer el temor? Es la pregunta que se hace el ser humano. Respondo con mucha sinceridad, conozco la Palabra de Dios, por más de cuarenta años. Esta Palabra me ha servido primero para llevarme a la conquista de mi propio temor, con ella, he podido predicar el mensaje liberador de los temores de miles de hombres y mujeres. He predicado esta verdad por más de cuarenta países, en treinta y cinco años de ministerio a tiempo completo en la obra de Dios. Esta verdad la he enseñado y anunciado, en hospitales, cárceles, en universidades, por radio, televisión, prensa, teléfono e internet. He predicado en las calles, de puerta en puerta, en las plazas, en coliseos grandes y pequeños. He contado de la verdad de Dios a personas individuales, grupos pequeños y grandes concentraciones. He anunciado el evangelio a tiempo y fuera de tiempo. No me he quedado callado. No he rebajado las demandas de lo que exige el evangelio. No me he vendido ante nadie. La verdad es que no tengo bienes materiales, ni los deseo ni los envidio. Mi esposa y yo, hemos aprendido a contentarnos con lo que Dios nos ha dado. He vivido lo suficiente para celebrar bodas, presentar niños delante de Dios, evangelizar y hacer discípulos. También me ha correspondido despedir a personas en los cementerios. Hasta ahora, no he visto ni a un solo cadáver que se lleve algo de lo que ha acumulado en su vida. Esta “Feria de la Vanidad” en que he vivido, no me fascina. Tampoco me atrae. No soy teólogo de fantasías, ni de supersticiones, ni de la prosperidad. Soy cristiano de la cruz. No creo que JESÚS, vino del cielo se humilló al hacerse humano y se humilló muriendo en la cruz, para darme cosas temporales solamente. La Biblia dice: “Si nuestra esperanza es que Cristo nos ayude solamente en esta vida, no hay nadie más digno de lástima que nosotros” 1 Corintios 15.19 (LBLS) Por eso, vivo con Cristo Crucificado y Resucitado viviendo en mí. ¡Eso es suficiente! No me permito tomarme a mi mismo como alguien que mereciera algo o que la vida le debiera algo. Solo por la misericordia de Dios soy lo que soy, un pecador arrepentido en construcción hacia lo que debo ser en el Señor. Soy fruto de los hombres y mujeres que viendo aquel joven campesino que no merecía nada, creyeron en él y se invirtieron en él. ¡Imposible olvidarlos y traicionarlos! El Señor, me ha permitido vivir al lado de mi esposa por treinta y siete años. Mary, ha sido todo lo que una mujer de Dios debe ser. ¡Gracias amada mía! Hemos levantado a cuatro hijos, nos han dado seis nietos. ¡Estoy listo para ir a la presencia de Dios, hoy mismo si en Su gracia, me llevara! La única riqueza que dejamos a nuestros hijos es habérselos regresado a Quien nos los dio. Ellos todos son cristianos conocedores y portadores de la herencia incorruptible de la vida eterna en JESÚS. Por todo estas y muchas otras razones. Puedo, gritar con todas las fuerzas de mi ser: ¡La Biblia, la Palabra de Dios es verdad, y por sobre todo: Funciona! Por ello, mi corazón ¡No tiene miedo, ni se turba!
¡Fuera con el temor! Porque JESÚS, dice: En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Al conocer el propósito de Dios para nuestra vida, elimina nuestros temores. Al saber a donde vamos a salir de este mundo, nos da el verdadero propósito para vivir y morir. Pero millones de personas en la actualidad, no saben para qué han venido por estos pocos años, al mundo. Igualmente, piensan que al morir es el final de la jornada, en realidad es sólo el principio. Por el relato de Juan capítulo tres versículos 1 hasta el 7, JESÚS tuvo un encuentro con un ser humano importantísimo, según lo que la gente aprecia en este mundo. Nicodemo era “gobernante de los judíos” Un miembro del Sanedrín, el concilio de gobernante del judaísmo. Él era fariseo una secta legalista que como todos los legalistas exteriorizan su religión, exigiéndoles a otros lo que ellos mismo, no dan. El Señor, les dijo muchas veces a los dirigentes de esta secta, que pese a ser fanáticamente religiosos, no estaban más cerca de Dios que las prostitutas y otros miembros de las chusmas de esa época. Como fariseo, Nicodemo, cumplía con todas las demandas de su religión. Pero, ¡sorpresa! A este hombre JESÚS, le dijo: “_Te aseguro que si no naces de nuevo, no podrás ver el reino de Dios”. Lo explico así: es evidente que el nacimiento desde nuestra madre, nos puso en la tierra. Pero lo humano es solamente humano. Lo humano no podrá entrar al cielo. Por lo tanto, una vez que estamos en esta tierra, obviamente, como seres humanos: ¡Necesitamos un nuevo nacimiento que nos ponga en el cielo! El primer nacimiento, no lo decidimos nosotros. Pero el segundo sí. Por eso Dios nos invita a que nazcamos de nuevo. En nuestro primer nacimiento, Dios utilizó a nuestros padres humanos. En el segundo nacimiento, Dios utiliza a Su Palabra y al Espíritu Santo y nuestra obediencia y docilidad al someternos a la dirección Divina. Así podemos entender que el único propósito al nacer en este mundo es llegar a conocer, experimentar y vivir para la gloria de Dios. Por eso, Agustín de Hipona, (354-430) dijo: “¡Oh Señor! Nos has hecho para ti, y nuestros corazones estarán insatisfechos hasta que descanse en ti” La misma verdad, la dijo el gran físico y filósofo francés Blas Pascal, (1623-1662) “En el corazón de cada hombre existe un vacío con la forma de Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada, sino por Dios mismo, el Creador revelado por medio de Jesucristo”. ¡JESÚS, ha llenado cada espacio de mi corazón y de mi vida! Él me promete que está preparando un lugar para mí en el cielo! Con sobrada razón se ha dicho que tanto la religión como la filosofía han sido los intentos humanos más logrados para encontrar a Dios, mientras que se ha definido al Cristianismo como el mejor recurso Divino para llegar al ser humano. Por eso, vino JESÚS, desde el cielo. Por eso vivió como nadie ha vivido en la tierra. Por eso murió como nadie ha muerto en este mundo. Por eso resucitó como nadie lo ha hecho en la historia del ser humano sobre la tierra. Pablo, lo dijo de una manera resaltante: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” 2 Corintios 8.9 (RV60) Esto mismo explican Sus palabras que encabezan esta carta: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.
El Señor Jesucristo nos exhorta a no tener miedo. Él nos recuerda que es “el primero y el último” el alfa y omega, la primera y última letras del alfabeto griego. ¡JESÚS es nuestro éxito y la felicidad! ¡Nuestra pasión y triunfo! ¡No podemos perder teniéndolo a Él!
Los tres asuntos fundamentales del ser humano y por los cuales siente temor son: la vida, la muerte y la eternidad. JESÚS, nos pide que vengamos a Él, por eso dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14.6 (RV60) Su discípulo Juan, escribió sobre JESÚS, diciendo que es la Vida, sí la Vida con mayúscula, porque no se refiere a la vida “bios” que es la vida humana que nos vino de nuestros padres humanos; sino “Zoé” la Vida que viene del cielo y por lo tanto, es eterna: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo no tiene la vida”. 1 Juan 5.11-12 (RV60) La pregunta que te voy hacer, es vital para que venzas el temor y también tiene implicaciones eternas: ¿Cuántos nacimientos celebras? Si has nacido de nuevo, tienes al Hijo en tu corazón y debes celebrar dos nacimientos. ¡Tu destino eterno está en las manos de Cristo, vas al cielo con tu nueva vida! Si no has nacido de nuevo, no tienes al Hijo de Dios en tu corazón y debes celebrar uno. ¡Tu destino eterno los has decidido hasta hoy, estás separado de Dios y lo peor estarás separado para siempre por la eternidad. ¿Qué impide que vengas a Cristo? ¡Ven ahora mismo! ¡Hoy es el día de salvación! Por supuesto, que nosotros que tenemos vida eterna en JESÚS, no estamos exentos de sufrir, enfrentar las demandas de la vida humana. Sabemos con toda seguridad que la vida presente es sólo un entrenamiento para la Nueva Jerusalén en que viviremos para siempre. Aquí estamos de paso. Un día tenemos que cruzar el doloroso río de la muerte para llegar a la Tierra nueva y cielo nuevo. Pero sentimos en lo más profundo de nuestro ser, la voz de nuestro amado JESÚS que nos dice: “No temas”. No sabemos que habrá en el futuro. Pero descansamos con fe, esperanza y amor en las promesas de Dios para sus hijos y por eso podemos cantar con la poeta Gloria Gaither: “Yo sé que un día el río cruzare; con el dolor batallaré. Y al ver la vida triunfando invicta. Veré gloriosas luces y veré al Rey. Porque Él vive triunfaré mañana, porque Él vive ya no ha temor; porque yo sé que el futuro es suyo, la vida vale más y más sólo por Él”. Por eso, amado (a): ¡Fuera con el temor!
Es todo por hoy,
Pastor y amigo,
Francisco Aular
(703) 368-9176
faular@hotmail.com
Visite también la bitácora que habla de las Marchas:
http://francisco-aular.blogspot.com/
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2 Comments:
Querido Pastor: me he gozado con su Blogs, pero tambien ha sido de bendicion leer sobre el temor. Muchas gracias por su aporte y su deseo tan grande de bendecir con su conocimiento a muchos de nosotros. Su mas fiel lectora y hna. en Cristo
Jeanette Banda-Jer
Gracias por su visita y estímulo para seguir con este ministerio que el Señor en Su gracia, nos ha dado.
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