La evangelización en marcha

"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios." Hechos 20:24

Nombre: Francisco Aular
Ubicación: Toronto, Ontario, Canada

martes, abril 04, 2006

Mis recuerdos de Emanuel de La Castellana


Mis amados de la Iglesia Bautista Emanuel de La Castellana, Caracas, Venezuela:

¡Saludos, un abrazo y estrechón de manos para todos!

Confieso así de entrada que hoy ha sido un día de recuerdos. Melancólico como soy, he echado mis lagrimitas. Porque el ayer, se fue lejos muy lejos...y las despedidas siempre son tristes. Mucho más tristes cuando no hay posiblidad de vivirlos otra vez. He viajado 42 años atrás. Cómo ya lo saben, llegué a la Misión Bautista Emmanuel en el mes de agosto de 1963. El pequeño grupo de no más de 10 familias, se reunía en el Edificio Punto Criollo de Chacaíto. Todavía me acuerdo la noche en que llegué, el joven Adonis Rodríguez, me había invitado, cuando la semana anterior él fue a buscar su rollo de fotografía al estudio fotográfico, donde yo trabajaba como fotógrafo. Recuerdo como si fuera hoy que como a las diez de la mañana, salí del laboratorio oscuro, en donde revelábamos las fotos, para echar un vistazo a la tienda en donde Eva, la muchacha que trabaja con la clientela, atendía a varios cilentes. Miré el rostro de aquellos clientes sonrientes, eso era una imagen común. Hice un acto de mala educación, cuando me aproximé al joven que miraba extasiado y sonrientes sus fotos, como era mas pequeño que yo, pude echar una mirada por encima de su hombro. Varias de las fotos eran de su bautismo en una playa de la Guaira...vi a los que habían sido bautizados vestidos de blando a la orilla de la playa, después vi una foto de un grupo de personas al frente de un aviso que decía: "Misión Bautista Emmanuel. Todos bienvenidos".

Algunos de ustedes ya saben que yo me había convertido en Semana Santa de 1963, en mi casa leyendo la Biblia, pero sabía que debía congregarme pero no sabía en donde hacerlo; en realidad había asistido a una cuantas cogregaciones, pero mi corazón no tenía paz en ello. Así habían pasado los meses y cuando aquel joven Adonis Rodríguez, estaba mirando sus fotos y me di cuenta que era una iglesia evangélica y como yo no había oído de los bautistas, le expresé que yo quería conocerla. Adonis me dio la dirección, resultó que Chacaíto era un paso obligado para mí que por aquel tiempo, con mucha frecuencia iba los domingos por la tarde a un parque de diversiones, llamado el Coney Island que estaba ubicado en Los Palos Grandes. Allí fotografia a los artistas que visitaban a Venezuela.
Cámara en mano, llegué al Punto Criollo, busqué el aviso y lo encontré. Los hermanos se reunían en dos ambientes, en el primer piso, la escuela dominical y en la segunda planta estaba el salón de reuniones. Subí, la pequeña escalera hacia donde oía la música que tocaba la hermana Ruth Ayllón. Me senté al lado de la hermana Graciela Burgos, ella me pasó el himnario y dijo, hermano estamos cantando este...pero yo, la interrumpí y le dije, "yo todavía no soy hermano..." Muchos años después, las hermanas Burgos siempre se reían de mí por esa ocurrencia.
Lo cierto es que un joven sobrio, vestido de kaki y con corbata negra, dirigía el culto, después recogió la ofrenda y por último predicó...Todavía me acuerdo del himno final que díce: "Oh que buena nuestra comunión, cuando allá Señor en tu mansión, contido estemos en comunión, gozando eterno bien..." Terminó la reunión invitándonos para el miércoles y para el domingo en que llegaría el nuevo pastor, el hermano Carlos Clark. Cuando bajaba aquellas escaleras, algo me decía en lo profundo de mi ser: "¡Francisco, has llegado al lugar que yo he tenido para ti!"
Desde aquel día el Coney Island, como diversion en el día del Señor, desapareció para siempre en mi vida humana. Las cosas de este mundo para los que nos convertimos al Señor, se hacen cosas del pasado. A los 42 años de convertido, puedo decir que se me ofreció el camino de vida y el camino de muerte. No me arrepiento de haber escogido servir al Señor, aunque yo sé, que Él me escogió primero. Esa semana, casi no podía esperar a que llegara el domingo y así, estuve allí para la Escuela Dominical, y por supuesto que el joven que enseñó la clase era Magín. Me acuerdo que le pregunté por Adonis y me dijo, que él era un estudiante y estaba de vacaciones en Mene de Mauroa en el Estado Falcon, vendría en septiembre.
De repente, sin que nadie nos presentara, el pastor Carlos Clark, con una sonrisa de oreja a oreja, se me acercó y los dos nos dimos la bienvenida mutua. Esa mañana conocí a toda su preciosa familia ( El Señor sabe cuán agradecido le estoy que en Su gracia me concedió mi tiempo de vida al lado de los Clark, fueron y son hasta este momento mis héroes). Luego subimos al momento del culto en el segundo piso. La hermana peruana Felipa de Lávinz atendía la pequeña librería de Emanuel, pero también se encargaba de tener todo limpio para los servicios. Así que el pequeño salón de reuniones en el segundo piso, estaba muy hermoso. Toda estaba preparado para recibir aquel nuevo pastor. En una ceremonia muy sencilla, lo instalaron como pastor, predicó su primer sermón, hizo su primer llamado y yo fui su primer convertido en Caracas. ¡Alabado sea el Señor!
Por aquellos días una jovencita de nombre María Dolores y su hermano Antonio Dámaso, viniero a visitarnos. En realidad, Mary quería volver a la iglesia, pero su familia recien llegada de España enfrentaba nuevos retos para instalarse completamente en Venezuela. Cuenta la hermana Lola, que su hija insistía, una y otra vez que ella quería venir a los cultos. Así un domingo, a mediados de 1965, llegaron a Chacaíto, el hermano Enrique Damáso, su eposa Lola y su hija María Dolores, desde un pricipio la jovencita nos dijo a los demás jóvenes que la llamaran Mary. Así quedó hasta hoy. La foto corresponde al primer domingo en que estvimos en la propiedad que había comprado la Misión Bautista Emanuel en Chacao, en la calle Urdaneta (La casa había sido una casa de vecindad y desalojar a los que vivian allí, nos costó varios meses) Y por supuesto el joven fotógrafo que tomó la foto, quedó prendado de tanta belleza. Se armó de valor un año después y habló con el hermano Enrique Dámaso y doña Lola...Hasta hoy, celebro que dijeron que Sí...y nos casamos el 10 de agosto de 1968. Pero esa, será otra historia. Hasta aquí por ahora, aquí me quedo con mis recuerdos y mis supiros de mi amada iglesia bautista Emanuel de la Castellana, en Caracas, Venezuela. También me quedo con esta verdad: la lglesia local al igual que los seres humanos, somos seres finitos pero con posibilidades infinitas.
Siempre consiervo y amigo,
Francisco Aular
Visite también la bitácora que habla de las Marchas:
http://francisco-aular.blogspot.com/

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

que bella historia.Conozco al pastor Enrique Damaso hijo.

sábado, marzo 06, 2010  

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