La evangelización en marcha

"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios." Hechos 20:24

Nombre: Francisco Aular
Ubicación: Toronto, Ontario, Canada

miércoles, mayo 03, 2006

Honor a las Madres


“El hombre llamó Eva a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente”. Génesis 3.20…. (NVI) “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios”. Deuteronomio 5.16. (NVI) “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana”. Proverbios 23.22 (NVI)

Amada(o) en Cristo:

Si eres una mamá que lees estas líneas quiero que sepas que este es mi regalo para ti. Quiero que sepas también que las escribo con todo mi corazón de hijo, nieto, sobrino, esposo, padre, hermano, abuelo o simplemente, amigo. Detrás de todos esos papeles que como ser humano estoy investido, hay una mujer, existe una madre. Es esa relación con la madre que define mi relación filial o especial con ellas. No dejo pasar la ocasión del Día de las Madres, para celebrarlas, para felicitarlas y para rendirles el honor que se merecen. Porque como dijera W.S. Ross: “La mano que mueve a la cuna es la mano que manda en el mundo”.
Una madre cristiana es el primer enlace entre Dios y nosotros. La madre cristiana eleva sus oraciones a Dios, mientras crecemos en ella. Nuestro corazón empieza a sentir a Dios con el corazón de ella. Y a medida que nos ama, la amamos también nosotros. Ella siente un dolor inmenso cuando salimos de ella. Nosotros compartimos ese dolor al dejarla. No obstante seguiremos unidos a ella, porque aferrarnos a su racimo es aferrarnos a la vida. En los primeros segundos en que tomamos conciencia de quiénes somos, ella esta allí. Es nuestra primera maestra. Comenzamos el lento proceso de la obediencia, el respeto y la honra. Es la preciosa época de nuestro aprendizaje que parece eterno. Cuando nos caemos, ella esta allí para levantarnos y volver a empezar. Cuando le desobedecemos nos basta una sola mirada para la corrección y volver a tomar el camino. A veces hay lágrimas en nuestros ojos sin saber porqué, tal vez sea un pretexto para que sus brazos se abran y nos confundamos en un abrazo. Otras veces, nuetras lágrimas se encuentran y no sabemos si el dolor es nuestro o es de ella. Su fuerza, su fe, su esperanza y su amor, se hacen nuestros, hasta que podamos tener fuerzas para emprender nuestro propio vuelo. De todas las escenas hermosas que un hijo guarda en su corazón, ninguna se compara al caminar con nuestros padres hacia el templo para aprender a servir y honrar a Dios por sobre todas las cosas. Ver a nuetra madre orar y estudiar la Biblia es descubrir nosotros también la verdadera fuente de la sabiduría y la fortaleza para la victoria y el triunfo. Así terminamos el lento proceso del aprendizaje inicial para ingresar en la escuela de la obediencia, el respeto y la honra. La obediecia a nuestros padres culminará con nuestro matrimonio. La honra, el respeto y el amor a los padres, no lo elimina ni la vida ni la muerte, ni las circunstancias. Llega el día en que saldremos del hogar que nos vio nacer. Nos iremos para formar nuestro propio hogar e iniciar nuevamente ese ciclo que comenzó en el Edén. Nuestros padres nos despiden con una oración. Nuestra madre, nos ve salir y a pesar de la emoción del momento, se impone la razón y el propósito de todo ser humano. Entonces, nos contempla desde lejos, en lo más profundo de su ser como mujer y madre, sabe que toda su inversión al poner los cimientos de nuestros valores estarán alli, dando sus frutos. Porque como alguien dijo: “Un hombre quiere a su primer amor más que a nadie, a su esposa mejor que a nadie, pero a su madre más tiempo que a nadie”.
Por otra parte, creo que todos ser humano es un poema de Dios, por eso somos tan diferentes y al mismo tiempo tan hermosos y únicos a los ojos de Él. Igualmente, la poesía le pone música a un mundo imperfecto, imprime optimismo a nuestra alma y nos eleva el espíritu. Hace pocos años, pensando en honrar a las Madres, escribí el poema que dedico con mucho amor, primeramente a nuestro Dios, por permitirnos nacer como seres humanos a través de una madre. Y a la madre, porque a pesar de vivir en un mundo como hoy, la mujer encuentra espacio para ser no sólo una madre, sino la Madre ejemplar. Para todas ustedes, ¡Feliz Día de las Madres! Veamos:
Honor a las Madres

Madre: hoy te homenajeamos.
Eres el único tesoro que me queda,
Cuando el otoño se asoma a la vida.
Y mil recuerdos a la mente llegan…
De aquellos hechos memorables,
Que presenció mi hermosa primavera.
Entonces, nunca pensé, ¡ay Madre mía!
Que un día serías parte de esa tierra…
Pero ahora que te recuerdo, Madre,
Hay en mi voz un poco de tristeza.
Cuando me cuidabas allí recién nacido,
Bajo los consejos sabios de la Abuela…
Aprendiste a llorar conmigo
Y a reírte con todas mis piruetas…
Y la alegría que compartíamos juntos
Cuando mi padre, entraba por la puerta.
¡Ahora el tiempo lo ha borrado casi todo,
Como se van los castillos de arena!…
Pero tu recuerdo me acompaña, Madre.
Y uno aprecia la dicha verdadera…
Ayer tus consejos me fueron amargos,
Hoy más dulces que la miel de abejas…
Cuando pensamos que te has ido lejos,
Es ciertamente cuando estás más cerca.
Y sentimos que hemos vivido tan rápido
Que la vida no es más que una quimera,
Una ilusión, un sueño que soñamos.
Una flor en el camino, pasajera…
Que en la mañana florece y perfuma
Y en la tarde ni su rastro queda.
¿Cómo es posible? Señor...
¿Que la vida sea una nube que se eleva?
Pero el amor de Madre, permanece.
Porque todo lo da y nada espera…
La mujer es un vaso de cristal.
Ser madre, es un rasgo de grandeza.
Ella nunca dejará de ser,
Aunque intente reemplazarla la probeta…
Porque el Señor a la mujer dijo: "parirás…"
Y como Él lo dijo, así se queda.
Y por ello creo yo, Dios le ha dado
A cada Madre una arma secreta.
Con ella guía la crianza de sus hijos,
Y es por ello, del hogar la Reina…
Sé que el mundo te celebra, Madre.
En esta ocasión, todos estamos de fiesta.
Algunos tienen un clavel blanco,
Que lo llevan prendido en sus chaquetas,
En honor de quien supo cuidarlos
En los primeros años de inconsciencia.
Otros llevan un clavel rojo,
Y una oración para que no te mueras…
Pero yo quiero gritar un… ¡gloria a Dios!
Con toda mi alma y con todas mis fuerzas:
¡Qué vivan las Madres, en su día…
Que vivan las madres nuestras!
¡Que vivan las que están presentes
Que vivan también las de la ausencia!
¡Perdónenme todos ustedes
Otra vez la emoción, se me sube a la cabeza!
A estas alturas siento que mi alma,
Expresa a Dios gratitud eterna.
Por poner a nuestro lado un ángel
Rodeado de luz y de belleza…
Porque no podemos dudar en esta hora,
No por simple sentimientos de poeta,
Que le rindamos honor a cada Madre,
Y pensar en ello, me deleita:
Porque a la Madre le debemos mucho,
Que todos los días ella es poema…
¡Que el Señor escribió para nosotros,
Bajo la hermosa luz de las estrellas!...

Es todo por hoy,
Pastor y amigo,
Francisco Aular

faular@hotmail.com
Visite nuestra otra bitácora sobre las Marchas Evangelizadoras
http://francisco-aular.blogspot.com/