La evangelización en marcha

"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios." Hechos 20:24

Nombre: Francisco Aular
Ubicación: Toronto, Ontario, Canada

jueves, mayo 11, 2006

Romance a una Madre


“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas…Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, también su marido, y la alaba diciendo: Muchas mujeres han obrado con nobleza, pero tú las superas a todas. Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada”. Proverbios 31.10, 28-30 (LBLA) “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo”. Isaías 66.13 (RV60)

Amada (o) En Cristo:

Creo de todo corazón que la mujer es el mejor regalo de Dios para el hombre. Obviamente, el hombre es una bendición para la mujer. Creo que los niños son el regalo más precioso que el cielo envía a la tierra. Por eso también creo la madre como un regalo inapreciable que todos los seres humanos hemos recibido. Igualmente creo que a pesar de todas las fallas que pueda tener el matrimonio, sigue siendo la institución de mayor éxito de la humanidad. Sin el hombre y la mujer, no tendríamos un verdadero hogar. En el hogar la mujer es el sentimiento y el hombre es el músculo. Por ello, el hombre no es completo sin la mujer, ni la mujer sin el hombre. Ambos se necesitan. Sin embargo, cuando Dios quiso escoger palabras para demostrar Su amor tan especial por Su pueblo, dijo: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”.

Esta semana está circulando por la Internet unos pensamientos que enfocan su mensaje en cuanto al papel de los padres en la crianza de sus hijos. El autor enfrenta el autoritarismo de algunos padres de ayer con el permisivismo de los padres de hoy. Los padres de hoy intentando evitar el autoritarismo de sus padres, y ganarse a sus hijos como “amigos” están levantando una generación de niños, adolescentes y jóvenes sin ningún límite. Han ido al otro extremo. Esto ha puesto al mundo al revés. En vez de ser los padres que pongan límites a sus hijos, son los hijos que ponen límites a sus padres. Esta reflexión viene al caso, porque muy cerca de mí ha vivido una mujer que ha sido capaz de levantar a sus hijos sin excederse en autoritarismo, sin el camino fácil de la manipulación y sin ser permisiva. No obstante esto, esta madre creció en medio de un mundo en que algunas de sus posiciones frente a la crianza de sus hijos, se llamaría abuso. Eso mismo se ha dicho de la Biblia, cuando aconseja:


· “El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre”. Proverbios 10.1

· “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”. Proverbios 13.24

· “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo”. Proverbios 19.18

· “No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá”. Proverbios 23.13

· “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él”. Proverbios 22.15

· “No traspases los linderos antiguos Que pusieron tus padres. Proverbios 22.28

· “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22.6

¿Quién debe poner límites a nuestros hijos enseñándoles, obediencia, respeto y orden? Indudablemente, los padres. No obstante, el proverbista se da cuenta que los padres, pueden excederse en la disciplina y aconseja: “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo”. Proverbios 19.18. La madre que por razones naturales y prácticas estará más cerca del niño, le corresponderá enfrentarse al dilema planteado, con mayor frecuencia. ¿Cómo lo hará y cómo se le juzgará por ello? Pensando en esto, hace unos cuantos años escribí un poema que llamé: Romance a una Madre. De paso aclaro que, el romance es una composición poética que nos permite expresarnos de una manera ágil, los versos van saliendo espontáneos, sin cansancio ni monotonía, hasta el desenlace sorpresivo… Este romance narrativo habla de una mamá como aconseja la Biblia. Levantó a sus hijos para que fueran tanto de esta vida como de la venidera. Les dio amor, comprensión y ternura, pero no negoció las directrices bíblicas. No pretendió ser amiga de ellos. “Los amigos y amigas los encuentran por la calle; pero a una madre, no”. Afirmaba. Era la última en acostarse pero la primera en levantarse. Nunca les preguntaba a sus hijos si querían ir al templo, a las actividades de la iglesia. Simplemente iba con ellos y se involucraba en los ministerios para servir en el reino de Dios. “No le preguntas a un niño enfermo, ¿quieres que te lleve al médico?”. Era su respuesta. No permitía ni el chisme, ni la rivalidad entre sus hijos. Siempre era capaz de decirle a sus hijos un consejo muy sencillo, pero efectivo: “Serás lo que quieras ser”. Como es de esperarse de la naturaleza humana, sin madurez, a los hijos mientras son niños y jóvenes, no les cae bien una mamá así. Los familiares y amigos más cercanos pueden censurarla y hasta su propio marido, encuentra fallas en ella. Pero llegan los años en que el hijo crecido, en los caminos de Dios y con éxito en la vida, extraña a su madre. Le quiere decir tantas cosas. La busca. Pero ya estará ausente…

Por otra parte, a veces en muchas de nuestras poesías, la madre parece un angelito con alitas, arpita y todo. En la realidad no es así. Hasta la psiquiatría intenta meterse en los vericuetos de la mente para ver si encuentra un rasgo de la madre del paciente que causa la enfermedad. Esa eterna lucha entre la suegra y las nueras, se percibe aún “entre las mejores familias”. En ese delgado equilibrio entre la vergüenza y la culpa, casi siempre aparece la suegra. La burla de los yernos es algo que aún la madre más comprensiva soporta. ¿Cómo poder rendirle honor a esa mujer que se esforzó en la gracia de Dios para ser, quizá no la madre ideal, pero la madre real? Es una madre de la cual se puede afirmar de ella, lo que dice la Biblia: “... la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada”. Para honrar a una madre así, no conozco un mejor camino que la poesía. Por eso escribí: Romance a una madre. Todavía me acuerdo del comentario de la hermana Olga Segovia de Toronto, cuando me escuchó declamarlo, por primera vez: “¡Pastor: esa es una mamá cristiana de carne y hueso…! Sin perder esta idea principal, entiendo que en muchos países se celebra el Día de las Madres en diferentes fechas. Pero como estamos aquí en Estados Unidos, me uno con mucho entusiasmo a una celebración como la de este próximo domingo: ¡Feliz día de las Madres! Para todas ustedes, y a los que les llega esta carta, el poema: Romance a una Madre

Madre, los que no saben
medir bien el sentimiento,
los que nunca han comprendido
que ser madre es un portento;
te echan la culpa por todo,
voy a probar que no es cierto.
A ti te acusa la escuela,
de mi mal comportamiento,
y hasta el psiquiatra me dice
que son tuyos mis complejos,
y mi esposa que es tu nuera
por las fallas que yo tengo;
y el esposo de mi hermana
lamenta hoy ser tu yerno,
y hasta mi padre critica,
y me extraña mucho oír eso,
como una que compra todo
y lo tiene sin dinero.
Pero yo que te he sentido
como una flor en mi pecho,
yo que he vivido en tu sangre
y soy hueso de tus huesos,
yo que sé como te agrada
que todo quede derecho;
y a lo blanco llamas blanco
y a lo negro llamas negro;
no llamas bueno a lo malo
ni a lo malo llamas bueno,
voy a enseñarle a esta gente
que eres mujer de mi pueblo,
lo que he aprendido contigo
no lo enseñan en colegios:
me enseñaste a ser hombre
de ti aprendí el Padrenuestro
me condujiste a Cristo
como el regalo del cielo;
a obedecer a mi padre,
a no faltarle el respeto;
llevarme bien con mis hermanos
sin contiendas y sin celos;
me enseñaste a levantarme
a no quedarme en el suelo.
A andar con la frente en alto
sin miedo y sin misterios…
Y hoy reconozco, madre,
que tu pelo que era negro
se ha puesto blanco por mí
y la nieve de los tiempos;
pero tú, sigues igual,
como cuando éramos tiernos:
“Hijo mío, ¿te sientes mal?…
¡Abrígate del invierno!…
¡Muchacho se te hace tarde,
es hora de ir al templo!…
Porque quiero que tu esposa
en compañía de mis nietos
vean en ti a un hombre fiel,
sincero y de buen ejemplo…”
¡Madre mía, aquí me tienes!
He venido de muy lejos…
Madre mía estoy cansado
No es sino un poco de sueño;
quiero dormirme en tus brazos
como cuando era pequeño,
y que sólo pueda oírse
la tenue voz de mis versos,
que me cantes mi canción
con los compases del viento…

Es todo por hoy,
Siempre pastor y amigo,

Francisco Aular
PS. También pueden visitarme en mi otra bitácora:
http://francisco-aular.blogspot.com/



1 Comments:

Blogger Francisco Aular said...

"¡Escribir!"
Es una orden del espíritu. Se obedece así se tenga un solo lector en el presente, y ese lector sea un hijo como tú. Creo que nuestra responsabilidad es la gente que no vemos todavía, quizá porque no escriben como nosotros sus compañeros de peregrináción, tal vez porque no han nacido, a ellos debemos animarlos para que los pocos años que pasará por esta vida humana, sean años llenos de significado y de propósito. Así que te animo también: ¡Escribe!

viernes, mayo 12, 2006  

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