Fuego en los huesos
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jeremías 20.9 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” Efesios 4.1 “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. 3 Juan 3.
A uno de mis discípulos más jóvenes: Gabriel Urbay Artahona
Amado Gaby:
Tu llamada de ayer comunicándome que has sentido la llamada de Dios para el ministerio de la
Palabra y que estás dispuesto y disponible para servirle al Reino, me ha emocionado, porque, a través de ella, me he visto yo mismo, precisamente a tu misma edad, a los diecinueve años, en una lluviosa noche caraqueña del mes de septiembre de 1964, saliendo del templo de la Iglesia Bautista Central de Caracas, Venezuela, después de un servicio de Evangelismo a Fondo. El autobús que me conducía hacia mi casa, parecía flotar. Las nubes eran incapaces de impedir mi paso hacia las alturas. Me parecía que los latidos de mi corazón eran tan fuertes que hasta el conductor, los escuchaba. No era para menos. Esa noche, yo había respondido a la llamada divina que me invitaba a invertir mi vida en la obra de Dios a tiempo completo. Me encontraba exaltado con la ilusión de ser algún día un pastor, un misionero y un predicador del evangelio, y también un poco asustado por no saber que pasos dar, por donde empezar a hacer una realidad el llegar con el mensaje del evangelio a todos los demás seres humanos de mi generación. Lo cierto es que el fuego que sentía en mis huesos era un fuego espiritual y como tal, lo presumía eterno. Sabía que pasara lo que pasara, aquel fuego nunca más se apartaría de mí. En el curso de mi vida, debo admitirlo, el fuego ha tenido diferente intensidad algunas veces, esas llamas han encendido a otros a seguir al Señor, otras veces, la llama nada más ha servido para mantener caliente mi propio corazón; pero siempre esa llama ha tenido una fuente que lo alimenta: JESÚS. ¡Por eso ese fuego no se ha apagado, ni se apagará, jamás!
Fuego en los huesos sientes y saberlo me produce una profunda admiración por ti, porque el mundo está necesitando hombres como tú. Por ejemplo. Hoy escucho las noticias mundiales, y veo un mundo en llamas. Pero son llamas destructivas. Amenazan con acabar con el mundo como lo hemos conocido. No se detendrán. Nuestro mundo está caracterizado por cambios rápidos, inesperados y radicales. Como resultado el corazón de los seres humanos está lleno de temores, desesperación, ansiedad, frustraciones y desaliento. Hace menos de una década, creíamos que el mundo en este principio del tercer milenio sería distinto. Pero el corazón del ser humano sigue siendo el mismo de hace milenios. El ser humano demuestra que ha sido incapaz con todos sus adelantos a su disposición de resolver sus propios problemas, tales como el incremento explosivo de la población mundial, la contaminación del medio ambiente, la proliferación del armamento bélico, entre ellos, los de energía nuclear, capaz de destruir a grandes porciones de la humanidad. Tampoco los gobiernos han sido capaces de acabar con el alto índice de criminalidad, la violencia, la neurosis urbana, los problemas viejos de la humanidad: lucha por el poder, los problemas raciales, luchas religiosas, y la decadencia social, moral y política. Lo que se nos avecina será una lucha de civilizaciones enteras.
¿Quién o qué puede detener a un mundo así? Solo un avivamiento espiritual, puede hacer la diferencia. Pero como sabemos no debemos desanimarnos, Dios está en control. Y, Dios a veces se vale de medios que nosotros no alcanzamos a comprender. En Su infinita sabiduría, Él usa en muchas ocasiones, nuestros dolores, nuestros sufrimientos y nuestras desgracias temporales para conducirnos a una dicha y utilidad eternas. Por ejemplo, tenemos información confidencial del sufrimiento de los cristianos, hoy mismo en el mundo. El cristianismo ha llegado a ser el emblema del mundo occidental, por lo tanto, cada misionero cristianos que es enviado al mundo oriental se ve como un enemigo. En esta misma hora, mientras escribo estas notas, posiblemente cien cristianos, están dando sus vidas y sufriendo persecución en alguna parte del mundo. Pero hay misioneros y misioneras que sienten el fuego en sus huesos y están listos para ir. Hace pocos años, estuve en un centro mundial de misiones, conocí a varias parejas que con sus familias estaban saliendo a países considerados de alto riesgo para la obra misionera. Todos ellos, egresados de universidades y de seminarios. Alta preparación académica, líderes en sus propias congregaciones y asociaciones regionales. No estaban allí por aventureros. Algunos venían, inclusive del mundo de los negocios, con mucho éxito en sus logros profesionales. Pero estaban, allí listos para salir al campo misionero en donde el peligro sería el denominador común. Me volteé y le pregunté discretamente, al dirigente que nos había llevado hasta allí: ¿Qué podemos hacer por ellos, en caso de que estén en peligros de muerte? Su rápida respuesta, me dejó, muy conmovido: “_Cada uno de ellos, sabe que no podremos hacer nada para salvar sus vidas. Ellos están yendo aunque saben que podrán morir en el campo misionero…” ¡Eso es fuego en los huesos!
Fuego en los huesos sientes y me preguntas si vas de una vez al ministerio. Me entero que a tus diecinueve años, estás a la mitad de tu carrera universitaria y te animo a que terminas la universidad, y después vayas a un seminario teológico. ¡Esos años te serán importantísimos! Debes saber que el formar un verdadero hombre de Dios, no es algo instantáneo, sino fruto de un proceso. Así ha sido desde los orígenes de la iglesia hasta nuestros días. Razón tenía un profesor de teología a la que un alumno recién entrado al seminario preguntó: ¿Cuánto tiempo se tardará un seminario en formar un hombre de Dios? el profesor respondió: “_Eso depende de lo que usted quiere cosechar como ministro del Señor Jesucristo. Una calabaza en seis meses, esta lista; pero si lo que usted quiere es un roble, será un proceso de varios años”…
Por ello, me gustaría ver en tu caso y porque tienes mucho valor como joven de Dios, las siguientes determinaciones: es necesario que luches primero con tu vocación en el terreno de la universidad. Allí tienes un campo misionero de dimensiones extraordinarias. Los hombres y mujeres que dirigirán el destino de nuestro país, están allí. Ahora son tus compañeros de clases, están a tu nivel. Enfréntalos con la verdad. Confróntalos con el Hombre Nuevo prometido por el Señor JESÚS. Argumenta con la Biblia en la mano sus pensamientos banales. La universidad es el encuentro del saber del pasado, los conocimientos del presente y las especulaciones del futuro. Como soldado de Cristo en ese campo tienen mucho que hacer. Prepárate. Enseña. Resiste. Vence. No te quedes nunca callado ni siquiera ante el profesor más distinguido en la defensa de tu fe que el Señor te ha dado, porque en el asunto de cómo el Señor te ha salvado y lo has experimentado, tú eres el único doctor en esa materia. No sucumbas ante el materialismo profesional, ni las tentaciones del poder y la gloria de esta “Feria de la Vanidad” que es la presente generación. Tú eres el roble de Dios que se está formando para reemplazar a los robles que fueron plantados, antes que tú. Sé que Dios mantendrá Su fuego en ti porque como dice Jeremías 1.5 “Antes que te formase en vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”
Fuego en los huesos, también deberá tener, si en los planes de Dios, Él tiene para ti el matrimonio, la mujer que comparta tu ministerio. La vida doméstica del que anhela el ministerio es de vital importancia. Imagínate que es de tanta importancia que la Biblia en los textos que tocan este aspecto, hace más énfasis en lo que el obrero de Dios deber ser, antes de lo que el obrero de Dios de hacer. En los tiempos de la Roma imperial, a pesar de la inmoralidad que reinaba en todos los niveles sociales, circulaba un refrán que decía: “La mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino que además tiene obligación de parecerlo” ¡Cuántos más a nosotros los que servimos al Señor! Necesitarás una mujer que te acompañe, que también a su vez, ella haya sido llamada a la divina vocación de servir al Señor a tu lado. Considero que después de tu divina vocación, tu esposa será lo más importante en tu ministerio. La seguridad de tus hijos en el futuro, el éxito de tu ministerio total y alcance de lo que puede hacer tu corazón encendido para Dios, estará íntimamente en proporción con la elección que hagas hoy de tu compañera para toda la vida. Porque parodiando con mucho respeto a lo que dijo el Señor en cuanto al alma, lo es también en cuanto al hogar: De nada sirve que un hombre gane todo lo que quiera en el mundo, si al fin de cuentas, pierde a su esposa e hijos.
Por ello, me gustaría ver en tu caso y porque tienes mucho valor como joven de Dios, las siguientes determinaciones: es necesario que luches primero con tu vocación en el terreno de la universidad. Allí tienes un campo misionero de dimensiones extraordinarias. Los hombres y mujeres que dirigirán el destino de nuestro país, están allí. Ahora son tus compañeros de clases, están a tu nivel. Enfréntalos con la verdad. Confróntalos con el Hombre Nuevo prometido por el Señor JESÚS. Argumenta con la Biblia en la mano sus pensamientos banales. La universidad es el encuentro del saber del pasado, los conocimientos del presente y las especulaciones del futuro. Como soldado de Cristo en ese campo tienen mucho que hacer. Prepárate. Enseña. Resiste. Vence. No te quedes nunca callado ni siquiera ante el profesor más distinguido en la defensa de tu fe que el Señor te ha dado, porque en el asunto de cómo el Señor te ha salvado y lo has experimentado, tú eres el único doctor en esa materia. No sucumbas ante el materialismo profesional, ni las tentaciones del poder y la gloria de esta “Feria de la Vanidad” que es la presente generación. Tú eres el roble de Dios que se está formando para reemplazar a los robles que fueron plantados, antes que tú. Sé que Dios mantendrá Su fuego en ti porque como dice Jeremías 1.5 “Antes que te formase en vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”
Fuego en los huesos, también deberá tener, si en los planes de Dios, Él tiene para ti el matrimonio, la mujer que comparta tu ministerio. La vida doméstica del que anhela el ministerio es de vital importancia. Imagínate que es de tanta importancia que la Biblia en los textos que tocan este aspecto, hace más énfasis en lo que el obrero de Dios deber ser, antes de lo que el obrero de Dios de hacer. En los tiempos de la Roma imperial, a pesar de la inmoralidad que reinaba en todos los niveles sociales, circulaba un refrán que decía: “La mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino que además tiene obligación de parecerlo” ¡Cuántos más a nosotros los que servimos al Señor! Necesitarás una mujer que te acompañe, que también a su vez, ella haya sido llamada a la divina vocación de servir al Señor a tu lado. Considero que después de tu divina vocación, tu esposa será lo más importante en tu ministerio. La seguridad de tus hijos en el futuro, el éxito de tu ministerio total y alcance de lo que puede hacer tu corazón encendido para Dios, estará íntimamente en proporción con la elección que hagas hoy de tu compañera para toda la vida. Porque parodiando con mucho respeto a lo que dijo el Señor en cuanto al alma, lo es también en cuanto al hogar: De nada sirve que un hombre gane todo lo que quiera en el mundo, si al fin de cuentas, pierde a su esposa e hijos.
Fuego en los huesos has sentido al insistirme: ¿Debo ir ahora mismo, que estoy seguro de que el ministerio es el plan de Dios para mi vida? Creo que nadie estuvo más claro de Su misión histórica en esta vida que JESÚS. ¿En dónde y cuántos años tenía al momento en que Él descubre que es el Hijo de Dios? Veamos. Sus padres humanos José y María, fueron al templo en Jerusalén en compañía de JESÚS, quien tenía doce años. Terminaron los servicios de la fiesta de la Pascua, los padres se marcharon. Nos cuenta la Biblia, que sus padres tenían todo un día viajando hacia Nazaret, cuando descubren que JESÚS, no está con ellos. Lo buscaron entre la caravana de amigos y otros familiares, no lo hallaron. Obviamente, se preocuparon. Retornaron a Jerusalén y encontraron a JESÚS en templo, en medio de los maestros y doctores de la ley. Él los escuchaba con atención pero también les hacía preguntas. Todos estaban admirados y sorprendidos por Su inteligencia. Sus padres se agradaron al verlo y Su madre, le reclamó: _ “¡Hijo! ¿Por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado preocupados buscándote?. Pero JESÚS les respondió: _ “¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?”
JESÚS, siendo todavía un muchacho ya percibe claramente el llamado de Dios, siente con toda intensidad el fuego en los huesos de aquel llamado. Pero, ¿Qué puede hacer? ¿Por donde empezar? ¿Reclutar discípulos? ¿Empezar a hacer milagros? Por supuesto que José y María no entendieron toda la profundidad de lo JESÚS, les dijo. Sin embargo, JESÚS volvió con sus padres a Nazaret y les obedecía en todo. ¡Asombroso por dieciocho años trabaja en el oficio y el negocio de la familia! Sin embargo, la Palabra dice: “Mientras tanto, Jesús seguía creciendo en sabiduría y en estatura. Dios y toda la gente del pueblo estaban muy contentos con Él, y lo querían mucho”. Lucas 2.52 (BLS)
Amado Gabriel, creo que es exactamente, lo que por ahora, debes hacer. Concéntrate en servir a tu familia, siendo un buen hijo con tus padres, terminando la carrera universitaria que has emprendido. Hazte un miembro responsable en una iglesia local, por favor, escoge a una congregación que se enfoque más en la Palabra de Dios, en la oración, la evangelización y el discipulado que en fácil camino de lo milagroso y espectacular. ¡Que predique la cruz de Cristo y no el éxito temporal! ¡Por favor! Búscate una denominación seria e histórica. Enrólate en el liderazgo regional, nacional y mundial. Pero por encima de todo, madura. Después ve a un seminario teológico, no para recibir el llamado, porque ya lo tienes, sino para perfeccionarte para servir al pueblo de Dios y dar lo mejor de ti.
Hijo, por último: La vida está delante de ti. Estás dando tus primero pasos después del umbral. Frente a ti están todas las posibilidades. Veo que existe en tu ser energías sin límites y ya tus pies reclaman impacientes el camino que te queda por recorrer. Como esos corredores que se ha preparado para la carrera, estás listo para emprender la tuya. A pesar de mi edad, te comprendo, porque esa misma pasión y energía que tú sientes al iniciarla, la estoy sintiendo yo al terminarla. Eres mi relevo. Será mi privilegio pasarte el testigo. Es la hora de que tú crezcas y yo mengue. Estoy feliz por ello. Ayer mi triunfo era el tuyo. Mañana tu triunfo será el mío. Hoy oro por ti y pido bendiciones para esa larga jornada. Como tú lo dijiste: “eres un fruto de mi fruto”. Es decir, hijo de mis discípulos y por eso, las palabras de Juan, las hago mía: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. No te preocupes y grita conmigo:
¡Nada, ni nadie podré detenerme, ni quitarme este fuego en mis huesos!
Es todo por hoy,
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