La evangelización en marcha

"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios." Hechos 20:24

Nombre: Francisco Aular
Ubicación: Toronto, Ontario, Canada

sábado, abril 29, 2006

¡Ni un paso atrás!



“Pero el Señor le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que se pongan en marcha!”. Éxodo 14.15 (NVI)…. “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante". Hebreos 12.1 (NVI)

Amada(o) en Cristo:

Lo sé. Nada de original en el título de esta carta. Esta expresión ha sido el grito de batalla de los partidos políticos y de los ejércitos del mundo. Pero el veerdadero sentido como mucho de lo que los seres humanos hacemos, está en la Palabra de Dios, la Biblia. Ciertamente, por las Sagradas Escrituras, sabemos que el propósito eterno de Dios para con el ser humano, es hacerlo parte de Su reino eterno. Le agradó Dios tener un edificio, una ciudad permanente que vendrá desde el cielo a la tierra, al final de la historia de la humanidad como la conecemos. Esa ciudad que Dios la llama “La nueva Jerusalén” será el destino final de todos lo que han experimentado el nuevo nacimiento en Jesucristo. Por eso, este mundo para el cristiano nacido de nuevo, es apenas el escenario en donde se entrena para reinar con JESÚS para siempre. El apóstol Pablo, escribió en Filipenses 1:6, mientras que estaba en la prisión: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” El compartió este hermoso mensaje con sus discípulos de Filipos. Hoy en esta carta que les escribo presento tres razones por la cual podemor poseer una fe cristiana desafiante y dinámica, que nos haga exclamar: ¡Ni un paso atrás! Una fe firme en donde como pueblo de Dios podemos vivir confiadamente, a pesar de lo que estemos pasando. Estas tres razones pueden ser también para nosotros como anclas a las cuales podemos aferrarnos, no importa lo que esté pasando a nuestro alrededor y las circunstancias en las que nos encontremos, sabemos que nuestro Dios nos llevará a un puerto seguro. Veamos:
¡Ni un paso atrás! Porque por la Biblia, sabemos quién es Dios. Hubo un tiempo en que yo pensaba en Dios de una manera religiosa, lejana y supersticiosa. Pensaba por ejemplo, que Dios es amor y nos ha puesto en este mundo para que hagamos lo que nos parezca en gana, sin dar cuenta a nadie. El dar cuenta a Dios, sería algo que enfrentaríamos después de muertos. Tenía una prima que era una rezandera en todos los velorios a que era invitada para pedir por el “descanso del alma” de algún familiar o amigo. Ella mi hizo su compañero de rezo, yo tenía unos diez años. No había persona que se muriera en el barrio, sin que nosotros dos, estuviéramos allí, para el velorio y los días del “novenario”.Ver aquel ambiente supersticioso en que la gente mayor que yo, hacía cosas icomprensibles a mi mente infantil: las mujeres rezaban y lloraban, acopañándonos. Los hombres tomaban licor y hacían chistes (los cuales yo me perdía por estar rezando). No faltaba la comida, generalmente queso, galletas, café, chocolate y ¡licor! El olor a velas y a flores de muerto, completaban, un cuadro tétrico que no me dejaba tranquilo a la hora de dormir. En esos años, el miedo a morirme, era terrible. A pesar de todo eso, la adolescencia me encontró estudiando y trabajando. Dios entonces pasó a ser muy importante, especialmente, en Semana Santa. Esos días ir a las iglesias y al cine a ver películas sobre temas bíblicos era parte de mi ritual. Dios continuaba siendo para mi, alguien muy lejano. Hasta que en la Semana Santa de 1963, un Jueves Santo por cierto, tomé en mis manos, una Biblia. El Espíritu Santo, por fin encontró entrada a mi vida, cuando me arrepentí de mis pecados y oré pidiéndole al Señor JESÚS, que entrara en mi corazón. ¡Esa inolvidable tarde no sucedió ningún terremoto¡ Simplemente creí en lo que la Biblia, nos dice. ¡Desde ese momento empecé a estudiar acerca de Dios y de Su plan para los seres humanos! ¡Eso cambió mi vida! Sí, efectivamente, la Biblia nos habla de Dios, y es Él mismo, hablándonos. Por eso la Biblia es el libro de la vida cristiana. La Biblia es el mapa de Dios para llegar al cielo, con San Jerónimo podemos afirmar, que: “Ignorar las Escrituras es ignorar al mismo Cristo”. Hoy, contemplamos a las personas buscar un credo que tenga autoridad. Han escuchado la voz del político, del filósofo y del científico, pero todavía sienten un profundo vacío en ellos mismos y en sus mensajeros. Las religiones no pueden llenar ese vacío tampoco, cuando sólo se ocupan de lo terrenal. Han puesto la confianza en lo puramente humano, pero el problema del ser humano es espiritual. Cada vez que comparto el evangelio con las personas, me doy cuenta de que andan buscando un fundamento sobre el cual basarse. Pues, mis amados, este fundamento ya está puesto: ¡Es la Biblia! JESÚS, habló con autoridad, cuando dijo: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” Juan 5.39 (NVI) Por la Biblia, sabemos que hay un Dios, y solo uno, viviente y verdadero. Son las Escrituras que nos afirman que Dios es un Ser inteligente, espiritual y personal, el Creador, Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es infinito en Santidad y en todas las otras perfecciones. Dios es ¡Todopoderoso y todo lo sabe; y ese perfecto conocimiento se extiende a todas las cosas, pasadas, presentes y futuras, incluyendo las decisiones futuras de sus criaturas libres! Un Dios así, merece que nuestra fidelidad y gratitud vayan hacia Él. A Dios le debemos también, el amor más elevado sobre cualquier otra persona, cosas e interés; esto debe ir acompañado de reverencia y obediencia. En las Escrituras y aunque todavía no podamos entender lógicamente y con nuestra mente finita todas las cosas, Dios se nos revela a los seres humanos en los siguientes términos: El Dios eterno y trino, se revela así mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, distintos atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o ser. Por eso, cuando el pueblo de Dios, Israel, es sacado de servidumbre y esclavitud en Egipto, le ordena a Moisés que el pueblo no se detenga: ¡Que se ponga en marcha y sin un paso atrás! Porque Él, estaría con Su pueblo. ¡Dios cumplió Su promesa! La razón por la cual Moisés y los otros grandes hombres de Dios, vivían confiadamente en Dios y le obedecían era porque ellos estaban completamente seguros en el carácter de Dios. Aquellos hombres y mujeres que encontramos en la Biblia, no pusieron sus miradas o sus esperanzas en lo que ellos estaba viendo a su alrededor, o aun en lo que estaba viviendo en ese momento. Esos héroes bíblicos, estaban confiados plenamente de que Dios estaba en control de todas las cosas. Dios no nos promete que entenderemos todas las cosas, pero Él si nos pide que confiemos en Él. Mi confianza es inconmovible porque descansa en el hecho de que Dios es soberano, por eso puedo vivir confiadamente descansando en Él. En este asunto puedo exclamar: ¡Ni un paso atrás!

¡Ni un paso atrás! Porque por la Biblia, sabemos que Dios nos conoce personalmente. En efecto la Palabra de Dios nos dice: “Yo soy tu creador. Te cuidé aún antes de que nacieras”. Isaías 44.2 (PAR) Nosotros nos somos el fruto de la casualidad, ni de la planificación familiar que hicieron nuestros padres. La verdad de todas es que desde el mismo momento de la formación del mundo: ¡estuvimos en la mente de Dios! Como nos lo dice, el afamado escritor Rick Warren, en su libro: Una vida con propósito: “Dios diseñó cada característica de tu cuerpo. Eligio tu raza a propósito, el color de tu piel, tu cabello y cualquier otro detalle. Hizo tu cuerpo a la medida, tal y como él lo quería. También dispuso todos los talentos naturales que posees y la singularidad de tu personalidad. La Biblia dice: “Me conoces por dentro y por fuera. Conoces cada hueso de mi cuerpo; sabes cómo fui hecho, parte por parte, cómo fui esculpido”. A veces es más fácil confiar en Dios con los eventos grandes de la vida que en las cosas ínfimas y que parecen insignificantes para nosotros. Que hermoso es saber que el mismo Creador del universo, también está al tanto de mí y conoce cada detalle íntimo de mi vida e incluso sabe el número de cabellos en mi cabeza (Mateo 10:30). Esto significa que cada evento de mi vida es parte de Su plan perfecto—incluyendo las cosas y las situaciones que yo no entiendo. Por lo tanto, yo puedo vivir confiadamente porque se que Dios está al tanto de cada detalle de mi vida. Ese fue uno de los descubrimientos que hice, la inolvidable tarde en que nací de nuevo. Hasta ese día, Dios era alguien muy lejano para mí. Me parecía que Dios estaba más ocupado con otras cosas que estar pendiente de alguien tan insignificante como yo. Pero mientras leía, la oración sacerdotal del Señor JESÚS, en el capitulo 17 de Juan, intercediendo por mí, me detuve en el versículo veinte: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Me di cuenta que yo estaba leyendo nada más y nada menos que el evangelio de Juan, uno de los discípulos de JESÚS, que estaba en ese Aposento Alto, el lugar en donde el Señor, elevó la oración. Mil novecientos sesenta y tres años, después, yo estaba leyendo la palabra escrita por Juan, entonces, deduje: ¡Aquí estoy yo! ¡El Señor oró por mí! ¡Oh bendito sea Dios! Este descubrimiento, me humilló. Me conmovió. A decir, verdad, me hace vivir humillado bajo el poder de Dios. Creo que algo como esto inspiró a David, en el Salmo 139, cuando dice en los versículos uno al ocho:
“Dios mío, tú me conoces muy bien; ¡sabes todo acerca de mí! Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; ¡aunque esté lejos de ti, me lees los pensamientos! Sabes lo que hago y lo que no hago; ¡no hay nada que no sepas! Todavía no he dicho nada, y tú ya sabes qué diré. Me tienes rodeado por completo;¡estoy bajo tu control!¡Yo no alcanzo a comprender tu admirable conocimiento!¡Queda fuera de mi alcance!¡Jamás podría yo alejarme de tu espíritu, o pretender huir de ti! Si pudiera yo subir al cielo, allí te encontraría; si bajara a lo profundo de la tierra, también allí te encontraría”. (BLS)

¡Ni un paso atrás! Porque por la Biblia, conocemos el final de la historia. Uno de los apóstoles que más escribió para inspirar confianza en el triunfo final de Dios, fue Pablo, no tenía duda alguna, al escribirle a su amigo Timoteo y sus otros discípulos, aun estando preso y desde una cárcel de Roma, sobre el glorioso final de la historia. Sea cual sea la circunstancia por la cual Dios nos permita pasar—las persecuciones, los falsos profetas, políticos sin integridad, los conflictos de la vida, o las tragedias personales—Dios siempre tendrá la última palabra en la historia de cada persona. Es por eso que Pablo podía decir, "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!. . . Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración” — ¿Y cuál es el resultado de vivir de esta manera? “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” Filipenses 4:4-7 (RV60) El autor de Hebreos vio la vida humana del nacido de nuevo, como una carrera hacia el triunfo final. El discípulo mientras corre en esta vida, se debe despojar de todo lo que le estorba porque como ya conoce el fin de la historia, sabe que el triunfo final es seguro. Bueno es hora de despedirme y lo hago con el poema de Amado Nervo, Tú:

Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa
hondura del vacío y en la hondura interior.
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.
Tú en el cénit a un tiempo y en el nadir;
Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre, Tú en la noche de bodas;
¡Tú en el beso primero, Tú en el beso postrero!
Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera y también
en las grandes ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
Si la ciencia engreida no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: "Yo creo"
¡y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!


Es todo por hoy
Pastor y amigo,
Francisco Aular
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jueves, abril 20, 2006

¡Ponte en la brecha!


“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”. Ezequiel 22.30

¡Gracias por tu visita! Otra vez estamos aquí, en nuestra cita semanal. Quiero advertirte que estoy orando porque esta carta, despierta la fe salvadora en ti para que te lleve a JESÚS. Del mismo modo te informo que en toda esta carta estaré utilizando la palabra brecha como sinónimo de estar dispuestos y disponibles para ser usados por Dios a favor de los seres humanos en todo lugar, en todo tiempo y a cualquier precio. Veamos.

¡Ponte en la brecha! A causa de la autoridad que nos extiende el llamamiento. Hace dos mil años el mismo JESÚS, resucitado, en un monte hasta ahora desconocido en Galilea, lanzó el desafío mas grande que un dirigente religioso, haya hecho a sus discípulos: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Mateo 28.19-20. En otras palabras: ¡Pongánse en la brecha! Sin duda este es el más grande de los desafíos que se le haya hecho aun pequeño grupo de hombres y mujeres. Antes, de estas palabras del Señor también les había dicho: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.” Tú y yo, podemos pensar que esos discípulos eran los menos indicados para que se les encomendara un reto tan grande. Aquellos hombres y mujeres no eran lo más prominentes en el mundo. ¡Que me perdónen los apóstoles por lo que voy a decir de ellos! Pero yo nunca los hubiera escogido para lanzar un desafío global. Mientras más leo de ellos, más creo en la Biblia. ¡La Iglesia es un milagro! Porque si Dios, no hubiera estado con ellos: ¡No hubieran llegado a ninguna parte! Aquellos hombres y mujeres eran la chusma del pueblo en que vivían. Pero con toda sinceridad tenemos que decir algo muy bueno de ellos: ¡eran obedientes! Porque sin obediencia, no existe nada que valga la pena en el Reino del Señor. Aquellos hombres y mujeres se les pidió que a los discípulos que ellos alcanzaran para el Señor, los evangelizaran, los bautizaran y discipularan: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Aquellos discípulos se pusieron en la brecha y cambiaron la historia. Ellos obedecieron. No tenían títulos universitarios. Eran hombres y mujeres del pueblo. No tenían recursos financieros. Pero esos hombres y mujeres fueron por todas partes del mundo conocido de aquel tiempo. No los detuvo la barrera idiomática, ni la barrera social. La barrera cultural la atravesaron por medio de la brecha que abrieron. Los políticos quisieron detenerlos, no pudieron. Los religiosos los intimidaron con el juicio divino por dejar la religión de sus padres, pero ellos perseveraron y convencieron a muchos, entre ellos a Saulo de Tarso, quien después vino a llamarse: Pablo. ¡Este sí, era un hombre de alto valor intelectual que se abrió brecha y llegó a testificar, nada más y nada menos que hasta en el palacio del emperador romano! Los hombres y mujeres de su generación, viendo el avance incontenibles del evangelio, exclamaron: “¡Estos que alborotan al mundo entero también ha venido acá!” Hechos 17.6 ¡Nada, ni nadie puede detener el avance eficaz del mensaje de la Palabra de Dios!

¡Ponte en la brecha! A causa del fracaso de los esfuerzos humanos para mejorar al mundo. He aquí la verdad que buscamos todos los seres humanos: ¡Este mundo debe ser cambiado! Tenemos que reconocer que los líderes humanos han hecho grandes esfuerzos a través de la historia de la humanidad para cambiar al mundo. Tampoco puedo negar el gran salto favorable que nos ha prestado todos los avances científicos, tecnológicos, sociales, culturales, psicológicos, filosóficos y aun políticos desde que el mundo es mundo. Sin embargo, el mal que aqueja este mundo es el pecado. Por ello, este mundo sigue igual: ambiciones desmedidas con base en el egoísmo, tensiones políticas que desembocan en conflictos bélicos, problemas raciales con el resurgimiento una y otra vez de odios tribales, los avances científicos y tecnológicos que son desviados de su propósitos inciales en perjuicio de la humanidad, los daños al medio ambiente y agotamiento de los recursos no renovables, millones de seres humanos desplazados del lugar en donde nacieron en la búsqueda de la seguridad y el biensar que sus gobiernos no pueden ofrecerles, la corrupción galopante de los gobiernos y los póliticos, las iglesias cristianas desviadas del propósito de ser la sal de la tierra, líderes religiosos corrompidos y sin vocación, la predicación del éxito en lo temporal en vez de nuestro destino eterno. Etcétera. Todos los esfuerzos y revoluciones son inútiles porque el ser humano sigue siendo el mismo, después de su salida del Edén. Todas estas “revoluciones” fracasan, porque la verdadera revolución y el hombre nuevo que ella forma, la definió el mismo JESÚS, cuando le dijo a Nicodemo: “--De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios--”.

¡Ponte en la brecha! A causa de la urgencia de la tarea. Si tú eres uno que como yo, vives pendiente de lo que pasa en el mundo y quiere estar bien informado, te habrás dado cuenta que las cosas que están ocurriendo, no nos permiten salir del asombro. Nunca como hoy habíamos estado al borde de la tercera y posiblemente, última guerra mundial. Como ha dicho un estadista oriental: “Quien quiera sangrar menos en tiempos de guerra, tendrá que sudar más en tiempos de paz”. ¡Señor ten piedad de nosotros! Si hemos de predicar la salvación en Cristo, ya no tenemos mucho tiempo. El caballo apocalíptico de la guerra, está amarrado con cuerdas muy débiles, en cualquier momento, se pueden romper. También nos acosan los fenómenos naturales y crímenes horrendos. “¿Dónde está Dios, cuando ocurre algo así?” Es la pregunta que escuchamos ante un crimen espantoso, un aletazo de la naturaleza y cuando los seres humanos se alistan para la guerra. La Biblia nos dice claramente que Dios no inventó el mal. Él tiene un plan para los seres humanos mucho más elevado, desde antes de la fundación del mundo. Al principio ese plan se mantuvo en pie. No había maldad, no había crímenes, no había guerra, ni tampoco ningún fenómeno natural que acabara con Su creación. Pero la exigencia de Dios, era la obediencia del ser humano. Adán, el nombre de aquel primer hombre, se mantenía en permanente amistad con Dios, escogió no obedecer más a su Creador. Se creyó dueño de su propio destino. Se dijo como muchos de nosotros: ya estoy grandecito y puedo pasármela sin Dios. Allí estamos. La Biblia nos habla de JESÚS, Él, “vino a buscar y a salvar los que había perdido”. Dios vino en forma corporal a esta tierra, como lo habían señalado, la Biblia. JESÚS, nació como nadie, nació como dice, la Biblia. JESÚS, vivió como nadie vivió como lo dice, la Biblia. JESÚS, murió como nadie murió como lo dice, la Biblia. JESÚS, resucitó como nadie resucitó como lo dice, la Biblia. ¡Todas estas profecías fueron hechas antes del nacimiento de JESÚS, y se cumplieron! Solo falta el final: ¡JESÚS viene otra vez a buscar a Su pueblo para llevárselo a reinar con Él! ¡Luego vendrá a juzgar al mundo! ¡Bajará del cielo a la Nueva Jerusalén, la ciudad en donde vivirá con Su pueblo! Todo lo que nos ha dicho la Biblia se ha cumplido. Por eso, tenemos una fe firme y segura en la Palabra de Dios. Mientras tanto, tenemos que predicar el evangelio, las buenas noticias de salvación en JESÚS, por fe en Él, para comprometernos con Él, de una vez y para siempre. Tenemos que predicar este mensaje a los que no han oído. ¡En eso estamos! La urgencia del mensaje nos lleva a decir: ¡Es ahora o nunca!

¡Ponte en la brecha! A causa del dolor y el sufrimiento que nos rodea. Así Dios le dijo a Ezequiel, el gran profeta del siglo sexto A. de C. Fue llevado por la fuerza del enemigo, fuera de su tierra. El dolor de patria se apoderó de él, como se apodera de nosotros cuando vemos las grandes necesidades de nuestro pueblo que dejamos atrás. Exilado en Babilonia pasó varios años de su juventud. A sus oídos le llegaban las noticias de su pueblo, el pueblo judío estaba cautivo y bajo el dominio de un gobierno nefasto, los líderes religiosos se habían corrompido. Abundaron los falsos profetas que se aferraban de lo temporal en vez de lo eterno. Las quejas, el llanto y el lamento se escuchaban por todas partes. Ezequiel, vino a predicar un mensaje que no fue muy bien recibido. Pasó más de veinte años predicando entre su pueblo. Dios lo llamo a sentir dolor por su pueblo. Entre todas las escenas que tuvo que hacer para representar el castigo de Dios por el pecado de su pueblo, estuvo, el acostarse trescientos noventa días del lado izquierdo y cuarenta días sobre el lado derecho. ¿Qué raro verdad? Pero me imagino al profeta diciendo: “¡qué fácil, eso lo puedo hacer sin problemas!” La dificultad estuvo en esto, Dios le dijo: “Yo te ataré con cuerdas, para que no puedas moverte ni a un lado ni a otro…” ¡Imagínese! Durmiendo más de un año de lado izquierdo y amarrado: ¡cuánto dolor! Porque dormir de un solo lado tanto tiempo, sin poderse voltear, debe producir algún dolor en ese lado. Para donde iba Ezequiel, iba también su dolor. La Biblia nos indica que Ezequiel no vio resultados inmediatos de su trabajo. Los símiles que usó Ezequiel para referirse a su pueblo, no dejan dudas de su dolor y frustración: “pueblo, rebelde, imprudente, duro de corazón, contumaz, cardos y escorpiones”. Sin embargo, el dolor fue el yunque que Dios usó para perfeccionarlo. Un eminente estudioso del Antiguo Testamento dice del profeta: “Ezequiel es el hombre de mayor influencia en todo el curso de la historia hebrea”. A este gran hombre, Dios le dijo: “Ponte sobre tus pies, y hablaré contigo”. En esta hora triste de la humanidad nos dice: ¡Ponte en la brecha! ¡No hay tiempo que perder! En adición a esto, podemos decir: el dolor, no lo olvides nunca, es un crisol que nos purifica de la escoria de nuestro propio corazón, la perfección de nuestra obediencia al Señor, afila el carácter para salir de nuestra zona cómoda y apropiarnos de nuestra responsabilidad en la obra de Dios, nos ayuda a eliminar nuestro orgullo, nuestro amor propio y el egoísmo que lo quiere todo para sí mismo. El sufrimiento nos enseña a confiar más en Dios y nos eleva hacia lo puro y elevado. El dolor no debe postrarnos ante él, sino postrarnos delante de Dios. El dolor nos permite evaluar el sufrimiento de los demás. No permitas sentir autocompasión por tu dolor y sufrimiento. Sé como los árboles grandes, sus hojas se caen en el otoño, en el invierno parecen que estuvieran secos y muertos. Los árboles no se quejan. Ni les echan culpa a los demás por su dolor y sufrimientos. Ellos esperan por la primavera para reverdecer, dar flores, hojas y frutos. Tenemos que aprender a adornar nuestro dolor como se adornan los aristócratas, con cuidados y sin aspavientos. Sócrates dijo: “Si los infortunios de toda la humanidad se pusieran en un solo montón y cada uno tuviera que tomar una porción igual, la mayoría de la gente se conformaría con tomar sus propios infortunios y marcharse.”

Recuerda: ¡Ponte en la brecha! Me despido con el soneto del poeta puertorriqueño. José de Diego, que gentilmente puso en mis manos, ese puertorriqueño de excepción, el Dr. Samuel de la Rosa. Se titula “En la brecha”.

¡Ah desgraciado si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece!
Haz como el árbol seco: reverdece
y como el germen enterrado: late.

Resurge, alienta, grita, anda, combate,
vibra, ondula, retruena, resplandece...
Haz como el río con la lluvia: ¡Crece!
Y como el mar contra la roca: ¡Bate!

De la tormenta al iracundo empuje,
no has de balar, como el cordero triste,
sino rugir, como la fiera ruge.

¡Levántate!, ¡Revuélvete!, ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡Muge!
O como el toro que no muge: ¡Embiste!

Es todo por hoy,
Pastor y amigo,

Francisco Aular
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faular@hotmail.com
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sábado, abril 15, 2006

Camino de Emaús


¡Gracias por visitarme! Hoy le traigo un mensaje a través de la esperanza de la resurrección del Señor Jesucristo. Es cierto que como nuestro amado JESÚS, nos llegará nuestro viernes santo. Pero como a Él, nos espera un ¡Domingo de resurrección!


Lucas 24.17-34

Motivo: ¿Cuántas veces en nuestra vida cristiana
andamos como los discípulos en aquel domingo de resurrección?
Eso es lo que estaba en mi corazón, el día que escribí, este poema.
Veamos:

Camino de Emaús marchan
Tristes, cabizbajos,
Cleofás y su compañero...
Lucen bastante cansados,
De espaldas a Jerusalén
Atrás quedó... El Calvario...
Y los recuerdos hermosos
De aquel brillante pasado...
Cuando Jesús de Nazareth
De discípulos, rodeados.
Hacía milagros, portentos,
Dejando al mundo, asombrado.
Pero ahora, hace tres días
Que está en la tumba, encerrado...
¿Qué tristeza es comparable
a la que siente un cristiano?
Cuando piensa que la vida
Se le ha ido en fracasos...
Que ya no quiere creer
En el Cristo revelado...
Ni en la Palabra viviente,
Y huye de otros cristianos...
"¿Qué torpes son ustedes
y para entender, que tardos?"...

Es la respuesta divina,
Cuando se nos pone al lado...
Y nos reclama la fe,
Si ve que se ha disipado...
Porque a veces la tristeza,
Pone los ojos vedados,
Para no ver la victoria
Del Cristo, glorificado...
Que se inclina para oírnos
Cuando todo se ha agotado.
Él enciende nuestro gozo
Y apaga nuestro desánimo...
Pon tus ojos en Cristo.
Él, te llena de cuidados.
Comparte tu testimonio
Del Espíritu, inflamado...
Vuélvete a Jerusalén,
Comparte con tus hermanos,
No dejes que tu corazón,
Vague inútil... solitario.
No busques en Emaús
Lo que, Él, ganó en el Calvario
Ni busques entre los muertos
Al que Dios ha levantado...
¿Arde...ya tu corazón
Con un fuego renovado?
Es porque vive contigo,
El Cristo resucitado...


Siempre pastor y
amigo,

Francisco Aular

faular@hotmail.com
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jueves, abril 13, 2006

El triunfo del Crucificado



“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza (2 Corintios 8.9) ….“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. (1 Corintios 2.2)

Estimada amiga, estimado amigo:

Un día como hoy, Jueves Santo, acepté el Regalo de la Vida Eterna en JESUCRISTO, de eso hace 43 años. ¡Alabado sea el Señor por tanta misericordia para conmigo y los míos! Nada de orgullo, por todos esos años que me mantengo en la marcha que emprendí, siendo un jovencito de 17 años, Él y sólo Él, merece toda la gloria y honra.

Pero bien, vayamos a nuestro tema de hoy. Veamos.

Juan Jasper era un gran predicador afro americano de Richmond, aquí en Virginia. Gente de todas partes y de todos los grupos étnicos, venían a sus predicaciones, y llenaban su iglesia cada domingo para oír sus poderosos mensajes evangélicos. Un día estaba predicando sobre el cielo, y al llegar al punto culminante de su sermón, la emoción lo venció y no pudo continuar. Le indicó a su congregación que saliera al mismo tiempo que él se encaminaba hacia su oficina. Nadie se movió. Pero antes de llegar a la puerta, se impuso su voluntad, volvió al púlpito, y termino su mensaje. Prácticamente con el corazón en la mano, así le habló a su congregación: “Uno de estos días Juan Jasper va a morir. Irá al cielo y caminará por las calles de oro. Un ángel se le acercará y le dirá: “Juan Jasper, ¿no quieres tu manto que ha sido lavado por la sangre del Cordero?” Y yo le diré: “Sí, señor ángel, sí quiero ese manto, pero antes que todo quiero ver a mi Señor Jesús” -Continuó diciendo el predicador: “Iré por la calle y me encontraré con otro ángel que me dirá: “Mira Juan Jasper, ¿no quieres la corona con tantas joyas incrustadas representando las almas que has conducido a Jesús?” Y yo, le diré: “¡Sí, poderoso ángel, yo quiero esa corona, pero antes de todo quiero encontrar a mi Señor Jesús, arrojarme a sus pies, y darle gracias por haber salvado a un pecador como yo!” ¡Estos son los efectos del triunfo del crucificado sobre los cristianos nacidos de nuevo: amor, fe, esperanza, confianza y seguridad como la que poseía Juan Jasper!

Sin embargo, a nadie se le escapa el hecho innegable de que no es fácil y mucho menos grato mirar al Crucificado pendiendo de la cruz. Pero, “¡Oh profundidad de las riquezas y la sabiduría y de la ciencia de Dios!¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos” (Romanos 11:33) ¡Qué misteriosa paradoja, que hermosa paradoja! Su muerte, fue Su triunfo, y por tanto, el Calvario es el más hermoso espectáculo que ojos humanos puedan contemplar. El espectáculo del Calvario nos habla de un Dios que se hizo como nosotros, un ser humano para ponerse a nuestro nivel e involucrarse en el problema humano: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8.9) ¡Dios reveló Su amor incondicional hacia nosotros sufriendo por nuestra culpa y para adquirir una posición en el cielo para todos aquellos que no solo lo contemplan desde lejos, sino que por la fe han depositado en Él, toda su confianza para la salvación eterna! De esa manera en lo personal, ¡el triunfo del Crucificado es mi triunfo! Su muerte y resurrección por mí no fueron en vano.

De todas las visiones que yo pueda tener mientras viva, la visión del Cristo crucificado es la más elevada de todas, porque ella desenmascara por un lado la vieja naturaleza que vive en mí, presentándola tal y como es aborrecible ante los ojos de un Dios tres veces santo; pero que revela por el otro lado la gracia de Dios, tomando forma de bondad, amor y misericordia infinitas hacia mí como pecador. Por el triunfo del crucificado se me da un destino eterno en el cielo y una misión histórica en la tierra: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2.20)

El triunfo del Crucificado comenzó en el cielo: “Se hizo pobre, siendo rico”...

¿En donde está el cielo? Es absurdo suponer que todos los lugares que conocemos en este universo, hasta ahora, abarca todo lo que Dios ha hecho en Su creación. Sin embargo a través del telescopio de la fe, podemos ir nosotros mucho más allá que el más desarrollado de los telescopios de los científicos. Viaja conmigo. Vayamos al lugar en que existe un gran mundo girando, más allá que toda la imaginación humana pueda concebir con su finitud. Su capital es la metrópolis de todo el universo. La belleza multicolor y la música de esa ciudad celestial exceden a los límites del talento que el más brillante de los pintores, de los poetas, de los músicos o ángeles pueda plasmar en sus artes. Todos sus castillos son edificados con piedras preciosas y son tan antiguos como Dios mismo. El más anciano de sus habitantes nos testifica que jamás ha visto un enfermo ni un entierro, ni un delito ni una cárcel. Por lo tanto, se desconoce el sufrimiento, el luto y las lágrimas. Los millones de seres que habitan la ciudad, nos informan que ninguno de ellos en el transcurso de su medida del tiempo que es la eternidad, a nadie se le ha visto con arrugas, ni canas, ni en sillas de ruedas o el caminar lento y dificultoso de los ancianos. Nadie tiene dificultad ni para ver, ni para oír. Toda la gente que habita aquel lugar, tienen algo en común: ¡viven en un estado de eterna juventud! Allí los campos son jardines floridos todo el tiempo y las frutas y las cosechas son perpetuas. Aunque se les diera un tiempo de millones de años para responder a preguntas como éstas: ¿Qué es dolor? ¿Qué es tristeza? ¿Qué es muerte? Nadie respondería. ¡Ese más o menos! Es el lugar que los cristianos, llamamos el cielo. ¡Ese lugar era la morada del Señor Jesucristo hace dos mil años! Allí, Jesús se paseaba entre las alabanzas, vítores y honores. Cuando iba por las calles doradas de la ciudad celestial, los seres angelicales de todos los rangos le hacían la venia, se quitaban sus elegantes y costosísimos mantos al igual que sus coronas de lirios y la echaban a Sus pies. A veces andaba caminando, iluminando con Su rostro todos los términos de aquel lugar, se detenía para hablar con cada uno en forma espontánea y familiar, conocía el nombre de cada uno de ellos. Otras veces marchaba en carrozas, tan bellas y veloces que no les dado al hombre comparar.

Tuvo un día la idea de crear un planeta, por cierto el más hermoso de todos y poner a un ser especial, hecho un poco menor que los ángeles como virrey, por eso dijo al Padre: “Hagamos al hombre a nuestra imagen...” Así creó al ser humano para que administrara aquella parte del reino de Dios. Le dio inteligencia y poder, le colocó una voluntad independiente para que anduviera en comunión con Dios y se conservara en santidad, rindiendo su voluntad humana a la voluntad divina. Todo fue creado bueno y hermoso.

Pero un terrible día, Satanás el enemigo de Dios hizo su entrada en aquel mundo perfecto para apartarlo de Dios. Tentó a Eva y a Adán, y cayeron en la misma trampa del diablo: intentar hacerse igual a Dios. Como resultado, Adán fue echado de la comunión con Dios y fue marcado para siempre con un principio antagónico a Dios que vive desde entonces, en cada ser humano que viene a este mundo: la naturaleza carnal. Como resultado también, hoy tenemos un ser humano caído y en depravación total. Un mundo en ruinas. ¡Por primera vez se oyó un ay en todo lo largo y ancho del cielo! Al oír este quejido y ver la perdición del ser humano, y el veredicto de Dios: “He aquí el hombres es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre...y lo sacó el Señor de huerto del Edén...” (Génesis 3.22,23ª) ¡El ser humano estaba separado (muerto espiritualmente) para Dios! Pero el Señor Jesús fue movido a misericordia y le dijo al Padre: “Sacrificio y ofrendas no quisiste más me preparaste cuerpo. Holocausto y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí vengo, oh Dios para hacer tu voluntad...quita lo primero para establecer esto último...” (Hebreos 9:5-7,9b)

¡Nos podemos imaginar a los seres celestiales, disuadiendo al Señor Jesús de Su plan redentor¡ ¡No, Señor, por favor no lo hagas! _ “Quédate con nosotros”-gritaron los ángeles- Tal vez, hasta el mismo Ángel Gabriel, le dijera: ¡Permíteme tomar tu lugar, Señor!... _No. –respondió Jesús- Es preciso que yo mismo vaya a buscar y salvar lo que está perdido. Es necesario que yo, dé mi vida por el rescate de ellos. ¡Voy a reconciliar al hombre con Dios. Bajaré y moriré por él, no con una muerte cualquiera, sino con una muerte de cruz! Por ello, cuando el Señor se hizo Ser Humano, en aquella primera Navidad, los seres angelicales hicieron un coro que alababan a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en la alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2.14) ¡Esa buena voluntad para con los hombres pecadores, de los cuales yo soy el primero, es la del Crucificado! Porque, Él ¡escogió la cruz! Por eso, proclamamos el triunfo del crucificado.

El triunfo del Crucificado fue, es y será, el centro de la predicación del evangelio: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. ( 1 Corintios 2.2) ¡El triunfo del Crucificado fue contundente y total! Por ello, la predicación del Cristo crucificado es mi más alto privilegio! ¡Si de repente un día perdiera la memoria, la pido al Señor que solo me permita recordar una sola cosa: Cristo fue crucificado por mí!
Se cuenta que el pintor Rembrant, plasmó en un lienzo con todo su arte el Cristo crucificado. Pero los asistentes a la exposición se dieron cuenta de que entre la muchedumbre que pedía a gritos la crucifixión del Señor, el famoso pintor holandés, se pintó a sí mismo. Conmovido, lo explicó de está manera: “¡Sí, yo también ayude a crucificar al Señor!” Que diremos de otros de los grandes entre los grandes de la música George Frederic Handel, se cuenta que cuando escribió la última parte de su oratorio El Mesías, fue encontrado de rodillas y llorando. Al compositor alemán, la visión del Cristo crucificado y después reinando como Rey de reyes, lo había conmovido. ¡Nadie puede ser indiferente ante el triunfo del crucificado! Así lo vio un poeta anónimo del siglo XVI, en el famoso soneto: Al Cristo crucificado:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor,
muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Amados, yo no debo terminar esta carta sin invitarte con corazón apasionado por mi Señor y Salvador, a que aceptes el Regalo de la salvación a través del sacrificio de la cruz, porque hay lugar para ti en el plan redentor de Dios.
El Señor no bajó de cielo para concederte milagros y bienes temporales, nada más. No y mil veces, no. ¡Bajó del cielo para hacerte un lugar en el cielo! Ven a Él y dile:
Señor, perdóname mis pecados, te abro la puerta de mi corazón y acepto que Tú en la cruz del Calvario moriste por mí. Creo que también te levantaste de la tumba para hacerme un triunfador contigo. Gracias Señor, porque sé que me has oído. Ayúdame a serte fiel. Amén. ¡Dios te bendiga!
Es todo por hoy, ¡Felices pascuas de resurrección!
Pastor y amigo,
Francisco Aular
(703) 368-9176
faular@hotmail.com
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http://francisco-aular.blogspot.com/

martes, abril 04, 2006

Emanuel: Felicidades en su cuadragésimo aniversario



“Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe”. Hebreo 13.7 (NVI)

Mis amados:

Bien se ha dicho que recordar es vivir. Es inevitable que al recordar nuestro corazón se acelere al constatar la verdad de que la vida humana es breve. Que tenemos que vivir el presente y disfrutar de las relaciones con los otros seres humanos que compartimos el mismo espacio en el tiempo. Porque algún día, no muy lejano ese presente, se volverá pasado. Obviamente, un pasado que no volverá otra vez. Porque las iglesias, como las personas, son organismos vivos. Nacen mediante un proceso de parto. ¡Cuesta mucho parir a una gran iglesia! Luego se van formando con el tiempo. Van tomando el perfil del primer grupo que las integraron, y por sobre todo, van asumiendo el corazón, la visión y la pasión de sus forjadores. Como los seres humanos, tienen momentos estelares, algunos felices otros muy tristes, ciclos de estancamiento y también, porque no decirlo, sus retrocesos. Uno espera que una iglesia local, jamás muera.

Aunque el tiempo ya ha puesto 41 años entre la foto que les estoy enviando, y nosotros que estuvimos en ella, casi puedo escuchar las voces de esos amados; ellos fueron mi primera familia espiritual; mis primeros consejeros, mis primeros maestros. Los ancianos y ancianas que aparecen allí, fueron como mis madres, las mujeres y hombres más jóvenes casados, modelaron para mí el valor de una familia. Los jóvenes mis hermanos con los cuales crecí y aprendí a amarlos. Aquellos amados fueron testigos de mis primeras oraciones y otros pasos en el Señor. Lo más hermoso de todo es que, como mi familia espiritual, un día con nuestros cuerpos glorificados, estaremos toda una eternidad juntos. De paso, ¿se dieron cuenta en donde estoy?... (Fíjense en el joven que está de anteojos, el tercero de izquierda a derecha al fondo). Debo decir, que no están todos los que asistíamos en esa época en la fotografía. Tal vez al instante de la foto, ellos estaban en reuniones, planificando el futuro. Imposible decirles el nombre de todos ellos porque al momento de escribir estas notas, no tengo delante de mí ningún otro documento, ni más compañía que mi memoria. Sin embargo, no dejaré pasar la oportunidad de testificarles de algunos de ellos.

Orestes y Nubia Martín

La pareja de derecha a izquierda son Orestes Martín Ramos y su esposa Nubia. Orestes era cubano y su esposa de la Islas Canarias. Habían llegado a Venezuela, a finales de la década de los cuarenta. Allí está Orestes con su Biblia debajo del brazo. Pero me consta que la Palabra para este hombre, no era un complemento de su vestuario dominical. Orestes era mi compañero de trabajo en estudio fotográfico: Luz y Sombra que estaba situado en las caraqueñísimas esquinas de Reducto a Municipal, muy cerca de la Torre Sur del Centro Simón Bolívar. El 28 de noviembre del año, 1958, recién iniciado mis trece años de edad, empecé a trabajar allí y al mismo tiempo aprendía la profesión de fotógrafo. A finales del año 1962, entró a trabajar Orestes. Además de uno de mis maestros en la fotografía profesional, también me enseñó, muchas cosas sobre la vida en general. Orestes era un hombre diferente a los que yo había conocido. Con valores que me contagió en esa edad de mi adolescencia, una de ellas era el amor y el respeto por su esposa e hijitos: Nazareth, Orestes hijo “el Chiqui” y María Magdalena “Malena”. Orestes, tocaba muy bien el instrumento musical el tres cubano. Nos divertíamos cantando guajiras, boleros, y guarachas en nuestro tiempos de descanso al mediodía. Sucedió que Nubia, la esposa de Martín, por aquel tiempo había creído con los Adventistas y tenía una prima que vivía muy cerca de ellos, que era testigo de Jehová. Descubrí otro talento de Martín, leía la Biblia y contendía por la fe, defendiendo la sana doctrina. Pero él decía que no era evangélico, sino un libre pensador. Yo le admiraba, respetaba y lo hice mi consejero. Por eso, cuando me convertí al evangelio. Al tercer domingo, me acompañó al servicio. Se sentó a mi lado. El hermano Clark, predicó aquella mañana sobre, la mujer samaritana. Orestes era un hombre que medía como un metro con ochenta y cinco centímetros. El Espíritu Santo, lo puso bajo convicción. A mitad de la predicación, empezó a sollozar. Extendí mi brazo sobre él y llorábamos los dos. Así abrazados pasamos al frente al tiempo de la invitación. El hermano Clark, se bajó de la tarima y se unió a nosotros. Como consecuencia de su conversión, la familia completa empezó a venir a los cultos. Lo mejor de todo, los mediodía empezamos a estudiar la Biblia juntos y las notas del tres cubano empezaron a sonar con los himnos “Oh que amigo nos es Cristo”, “Pecador ven a Cristo Jesús”, “En Jesucristo, mártir de paz” porque le compramos a la hermana Felipa de Lávinz, un ejemplar de “El nuevo himnario popular”. Sin embargo, lamentablemente, mi amado hermano y amigo Orestes Martín Ramos, no hizo carrera con nosotros en Emmanuel. A mediados de 1965, Orestes fundó su propio estudio fotográfico que se llamo: Mi foto y funcionó por muchos años en la esquina de Cipreses. Por mi parte, en septiembre de 1966, empecé a trabajar como fotógrafo clínico en el Instituto de Anatomía Patológica del Hospital Vargas de Caracas. Creo que fue en el año 1969, Orestes, falleció. Tenía 39 años. Estuve en su entierro y me fue muy duro despedirme del hombre que me tomo de la mano para llevarme a Cristo, sin él mismo conocerlo verdaderamente; pero que una vez que yo me convertí, él fue sensible a la voz de Dios, recibió también el regalo de la vida eterna y de esta manera, Orestes Martín Ramos, fue mi primer fruto en mi ministerio. ¡Que insondables los misterios de Dios, fui evangelizado por un inconverso…!

El hermano Eugenio Kimler y su segundo pastorado en la Misión Bautista Emmanuel de Chacaíto

Como ya les dije en la otra entrega, la Misión Bautista Emmanuel, estaba situada en el edificio Punto Criollo. Que estaba al frente de la Avenida Francisco de Miranda y la entrada al Country Club. En la otra esquina estaba la arepera del mismo nombre del edificio: Punto Criollo. Allí comía los domingos, después del servicio matutino. Me gustaba quedarme en el edificio los domingos, porque yo vivía muy lejos, al norte de Caracas, en San José del Ávila. Por una parte mi familia no compartía mi nueva fe, y por el otro lado, no quería perderme por nada del mundo, ningún servicio. ¡Alabado sea el Señor porque verdaderamente el pone en el corazón, tanto “el querer como el hacer por su santa voluntad”!

Estoy casi seguro que la foto corresponde a los finales de julio del año 1964. El hermano Carlos Clark, salió en ese mes en su año de licencia a los Estados Unidos y el hermano Eugenio Kimler, tomó las riendas del pastorado de nuestra misión. En realidad el hermano Kimler, había a su vez retornado de su año de licencia en Estados Unidos y así tomaba el pastorado, de aquella congregación que él había visto nacer, unos cuatro años antes. Después de un año con nosotros, los hermanos Kimler, salieron como misioneros hacia San Cristóbal y el hermano Carlos Clark, retornó con nosotros en Julio de 1965, por ello, él nos guió desde Chacaíto hasta Chacao, en los primeros meses del año de nuestra constitución como iglesia. Trabajamos duro, en las famosas “cayapas sabatinas”, tumbamos árboles y sacamos todo el monte que había en el patio trasero de nuestra quinta. Y así estuvimos listos para nacer aquel inolvidable 16 de abril de 1966.
¡Qué rápido han pasado estos 40 años! Toda una generanción de hombres y mujeres. La Emanuel tiene tres tiempos: la experiencia que le ha permitido llegar a la madurez espiritual, la visión de sus miembros de ayer, hoy y el mañana, y la responsabilidad de pasar el mensaje de salvación a los hombres y mujeres de la presente generación. Me cupo el honor de haber nacido espiritualmente en sus predios, haber sido cuidado en mi vida espiritual por hombres y mujeres que marcaron mi vida para siempre, a todos mis pastores, los maestros de la Escuela Dominical, el liderazgo de la Unión Bautista de Preparación. Imposible no recordarlos a todos y al hacerlo sentir que el pulso se acelera y el latido del corazón se hace muy fuerte. Crecí como Josué y Caleb al lado de Moisés. Siempre fiel a mis pastores, a los dirigentes y a la membresía en general. Así fuimos Mary y yo, al Seminario. ¡Gracias Emanuel por enviarnos al Seminario y hacernos llegar algun tipo de ayuda periodicamente! Cuando salimos a la evangelización de Venezuela y América Latina, ustedes estuvieron a nuestro lado. No contentos con todo eso, me tuvieron por fiel y me llamaro a ser vuestro pastor. ¡Que privilegio acompañarlos por diez años! Me parte el alma el solo pensar que en tantos años he podido ofender a algunos con esta pasión que me invade en la urgencia para llevar el mensaje. No todos pensamos igual. A todos pido perdón. Aun así estoy muy agradecidos a los hombres y mujeres que "combatieron juntamente conmigo en el evangelio". Esos verdaderos héroes anónimos que con humildad y valentía me acompañaron con lealtad y amor, "cuyos nombres están en el libro de la vida". Pero, la vida cristiana no es estática y pasiva, y muchos menos los que hemos sido llamados al ministerio de la Palabra. Así salimos de vuestra compañía tan especial para ir a la conquista de nuevos horizontes. Fuimos investido de vuestra cobertura espiritual y enviados como misioneros a otras fronteras. En eso andamos.
Al felicitarlos por las buenas noticias que oigo de ustedes, hago especial mención al Rev. Eliezer Perez Marcano y demás dirigentes, miembros y congregantes. Sigan, adelante, siempre adelante recordando lo que dijo el apóstol Pablo a los corintios: "El trabajo en el Señor no es envano". ¡Feliz Aniversario número 40 y nos estaremos preparando para las Bodas de Oro! ¡Nos veremos!

Pero, mis amados, ya esta correspondencia se está haciendo más larga de lo esperado. Es bueno no escribir más por hoy.

Aquí me quedo con mis recuerdos, porque ellos me ayudan a vivir agradecido al Señor. Hoy puedo ver que en aquellos años, JESÚS, en su gracia cumplía con nosotros allí en aquella pequeña Misión Bautista Emmanuel, lo que ya nos había prometido, cuando nos dijo: “…Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. ¡Aleluya y amén!
Siempre en marcha por un mundo para mi pasión y triunfo: Él y sólo Él.
Consiervo y amigo,
Francisco Aular
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Mis recuerdos de Emanuel de La Castellana


Mis amados de la Iglesia Bautista Emanuel de La Castellana, Caracas, Venezuela:

¡Saludos, un abrazo y estrechón de manos para todos!

Confieso así de entrada que hoy ha sido un día de recuerdos. Melancólico como soy, he echado mis lagrimitas. Porque el ayer, se fue lejos muy lejos...y las despedidas siempre son tristes. Mucho más tristes cuando no hay posiblidad de vivirlos otra vez. He viajado 42 años atrás. Cómo ya lo saben, llegué a la Misión Bautista Emmanuel en el mes de agosto de 1963. El pequeño grupo de no más de 10 familias, se reunía en el Edificio Punto Criollo de Chacaíto. Todavía me acuerdo la noche en que llegué, el joven Adonis Rodríguez, me había invitado, cuando la semana anterior él fue a buscar su rollo de fotografía al estudio fotográfico, donde yo trabajaba como fotógrafo. Recuerdo como si fuera hoy que como a las diez de la mañana, salí del laboratorio oscuro, en donde revelábamos las fotos, para echar un vistazo a la tienda en donde Eva, la muchacha que trabaja con la clientela, atendía a varios cilentes. Miré el rostro de aquellos clientes sonrientes, eso era una imagen común. Hice un acto de mala educación, cuando me aproximé al joven que miraba extasiado y sonrientes sus fotos, como era mas pequeño que yo, pude echar una mirada por encima de su hombro. Varias de las fotos eran de su bautismo en una playa de la Guaira...vi a los que habían sido bautizados vestidos de blando a la orilla de la playa, después vi una foto de un grupo de personas al frente de un aviso que decía: "Misión Bautista Emmanuel. Todos bienvenidos".

Algunos de ustedes ya saben que yo me había convertido en Semana Santa de 1963, en mi casa leyendo la Biblia, pero sabía que debía congregarme pero no sabía en donde hacerlo; en realidad había asistido a una cuantas cogregaciones, pero mi corazón no tenía paz en ello. Así habían pasado los meses y cuando aquel joven Adonis Rodríguez, estaba mirando sus fotos y me di cuenta que era una iglesia evangélica y como yo no había oído de los bautistas, le expresé que yo quería conocerla. Adonis me dio la dirección, resultó que Chacaíto era un paso obligado para mí que por aquel tiempo, con mucha frecuencia iba los domingos por la tarde a un parque de diversiones, llamado el Coney Island que estaba ubicado en Los Palos Grandes. Allí fotografia a los artistas que visitaban a Venezuela.
Cámara en mano, llegué al Punto Criollo, busqué el aviso y lo encontré. Los hermanos se reunían en dos ambientes, en el primer piso, la escuela dominical y en la segunda planta estaba el salón de reuniones. Subí, la pequeña escalera hacia donde oía la música que tocaba la hermana Ruth Ayllón. Me senté al lado de la hermana Graciela Burgos, ella me pasó el himnario y dijo, hermano estamos cantando este...pero yo, la interrumpí y le dije, "yo todavía no soy hermano..." Muchos años después, las hermanas Burgos siempre se reían de mí por esa ocurrencia.
Lo cierto es que un joven sobrio, vestido de kaki y con corbata negra, dirigía el culto, después recogió la ofrenda y por último predicó...Todavía me acuerdo del himno final que díce: "Oh que buena nuestra comunión, cuando allá Señor en tu mansión, contido estemos en comunión, gozando eterno bien..." Terminó la reunión invitándonos para el miércoles y para el domingo en que llegaría el nuevo pastor, el hermano Carlos Clark. Cuando bajaba aquellas escaleras, algo me decía en lo profundo de mi ser: "¡Francisco, has llegado al lugar que yo he tenido para ti!"
Desde aquel día el Coney Island, como diversion en el día del Señor, desapareció para siempre en mi vida humana. Las cosas de este mundo para los que nos convertimos al Señor, se hacen cosas del pasado. A los 42 años de convertido, puedo decir que se me ofreció el camino de vida y el camino de muerte. No me arrepiento de haber escogido servir al Señor, aunque yo sé, que Él me escogió primero. Esa semana, casi no podía esperar a que llegara el domingo y así, estuve allí para la Escuela Dominical, y por supuesto que el joven que enseñó la clase era Magín. Me acuerdo que le pregunté por Adonis y me dijo, que él era un estudiante y estaba de vacaciones en Mene de Mauroa en el Estado Falcon, vendría en septiembre.
De repente, sin que nadie nos presentara, el pastor Carlos Clark, con una sonrisa de oreja a oreja, se me acercó y los dos nos dimos la bienvenida mutua. Esa mañana conocí a toda su preciosa familia ( El Señor sabe cuán agradecido le estoy que en Su gracia me concedió mi tiempo de vida al lado de los Clark, fueron y son hasta este momento mis héroes). Luego subimos al momento del culto en el segundo piso. La hermana peruana Felipa de Lávinz atendía la pequeña librería de Emanuel, pero también se encargaba de tener todo limpio para los servicios. Así que el pequeño salón de reuniones en el segundo piso, estaba muy hermoso. Toda estaba preparado para recibir aquel nuevo pastor. En una ceremonia muy sencilla, lo instalaron como pastor, predicó su primer sermón, hizo su primer llamado y yo fui su primer convertido en Caracas. ¡Alabado sea el Señor!
Por aquellos días una jovencita de nombre María Dolores y su hermano Antonio Dámaso, viniero a visitarnos. En realidad, Mary quería volver a la iglesia, pero su familia recien llegada de España enfrentaba nuevos retos para instalarse completamente en Venezuela. Cuenta la hermana Lola, que su hija insistía, una y otra vez que ella quería venir a los cultos. Así un domingo, a mediados de 1965, llegaron a Chacaíto, el hermano Enrique Damáso, su eposa Lola y su hija María Dolores, desde un pricipio la jovencita nos dijo a los demás jóvenes que la llamaran Mary. Así quedó hasta hoy. La foto corresponde al primer domingo en que estvimos en la propiedad que había comprado la Misión Bautista Emanuel en Chacao, en la calle Urdaneta (La casa había sido una casa de vecindad y desalojar a los que vivian allí, nos costó varios meses) Y por supuesto el joven fotógrafo que tomó la foto, quedó prendado de tanta belleza. Se armó de valor un año después y habló con el hermano Enrique Dámaso y doña Lola...Hasta hoy, celebro que dijeron que Sí...y nos casamos el 10 de agosto de 1968. Pero esa, será otra historia. Hasta aquí por ahora, aquí me quedo con mis recuerdos y mis supiros de mi amada iglesia bautista Emanuel de la Castellana, en Caracas, Venezuela. También me quedo con esta verdad: la lglesia local al igual que los seres humanos, somos seres finitos pero con posibilidades infinitas.
Siempre consiervo y amigo,
Francisco Aular
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JESÚS


“Vas a quedar embarazada y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús”. (Lucas 1.31 La Biblia en lenguaje sencillo) “Tengan la misma manera de pensar que tuvo Jesucristo: Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad. Al contrario, renunció a esa igualdad, y se hizo igual a nosotros, haciéndose esclavo de todos. Como hombre, se humilló a sí mismo y obedeció a Dios hasta la muerte: ¡murió clavado en una cruz! Por eso Dios le otorgó el más alto privilegio, y le dio el más importante de todos los nombres, para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre”. Filipenses 2.5-11 La Biblia en Lenguaje Sencillo)

Estimado amigo, estimada amiga:


Él escogió llamarse JESÚS. Simplemente JESÚS. ¡Casi no puedo esperar para escribir lo que está en mi corazón respecto a mi amado JESÚS! ¡Eso mismo pienso de Pablo a quien imagino caminar de un lado a otro en la estrecha y destartalada cárcel romana, mientras escribe o dicta esta brillante carta a sus discípulos de Filipos! ¡Pablo poseedor de un espíritu y un carácter indoblegable escribe enmarcado por el gozo de JESÚS en su corazón! ¡Toda esta carta es un himno de gozo en el Señor por eso escribe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (4.13) “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (1.21) Ahora bien, para el Apóstol, JESÚS y sólo JESÚS estaba en su alma, su mente, su voluntad, emociones y en su cuerpo. Pablo, había conocido a JESÚS de una manera dramática en aquel camino hacia Damasco y nunca más fue el mismo. Lo había conocido y ahora lo amaba como su Señor y Salvador. Pablo amaba a JESÚS y por eso anhela conocerlo más y más: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (3.10) Lo que Pablo deseaba estaba en JESÚS, lo que Pablo necesitaba lo tomaba del mismo JESÚS. Pablo había aprendido a contentarse solamente con JESÚS: “Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para parecer necesidad”. (4.11-12) Nosotros debemos aprender esta verdad de la experiencia paulina, solo hay una respuesta de Dios a las necesidades de los seres humanos, JESÚS. Por ello al finalizar aquel escrito inolvidable…Se detiene. Levantas su rostro hacía el cielo, suenan las cadenas al levantar también sus brazos encadenados y mira a través de los barrotes de la cárcel, mientras exclama su bendición apostólica para todos nosotros: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (4.19-20) En efecto, todo lo tenemos en JESÚS: salvación, santificación, redención, protección y glorificación. Por tanto, JESÚS saciará tu alma y con Él, llenarás tu vacío existencial.

San Agustín dijo: “Pues nos hiciste para Ti, oh Dios y nuestro corazón andará en desasosiego hasta que descanse en Ti” También, el filósofo y físico Blas Pascal, dijo: “En el corazón del ser humano existe un vacío con la figura de Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada sino con Dios mismo, el Creador revelado en Cristo Jesús” Si tienes este vacío en tu corazón, admítelo y acude a JESÚS. Él entrará a tu corazón como lo ha prometido y tendrás compañerismo para siempre con Él. ¡JESÚS es tu única esperanza para esta vida y la venidera!
¿Quién es JESÚS?
La primera verdad que el texto nos dice es que JESÚS es Dios: “Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad”. Según la Biblia, JESÚS es Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, el Creador del universo. Uno de sus biógrafos que anduvo con Él, en todo Su ministerio terrenal, el evangelista Juan, escribió: En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir…Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad… Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que se escribieran. Juan 1:1-3,14; 21.25

Es muy posible que alguna vez hayas escuchado de alguien unas ideas parecidas a esta: “Sí, estoy de acuerdo. Jesús fue un gran dirigente, pero ha habido otros buenos dirigentes también. Yo no veo porqué las enseñanzas de Jesucristo sean más importantes que las de otros hombres…” Uno de los apologistas modernos que más admiro es el Dr. Josh McDowell, en su libro: Evidencias que exige un veredicto. Nos dice lo siguiente: “Ningún líder religioso reconocido, ni Moisés, Pablo, Buda, Mahoma, Confucio. Etcétera., ha aseverado ser Dios; eso es con la excepción de Jesucristo. Cristo es el único líder religioso que ha aseverado ser Dios, y el único individuo que ha logrado convencer a una gran porción de la humanidad de que Él, es Dios.”
En efecto, la vida de JESÚS, Sus milagros, la doctrina que enseñó, Su muerte en la cruz, Su resurrección, Su ascensión al cielo, la existencia de la Iglesia cristiana viviente que marcha en victoria y triunfo a través de los siglos abriéndose paso a través de la fe, la esperanza y el amor, nos indica que estamos en la presencia de Alguien diferente. JESÚS, dijo de sí mismo: “Yo y el Padre, uno somos” (Juan 10.30) y como si eso no fuera suficiente, dijo para que no quede ninguna duda: “Él que me ha visto a mí, ha visto al Padre” Juan 14.9
Pero ¿Qué piensan algunos intelectuales de JESÚS? En los, ahora lejanos días de seminarista, en mi país natal, Venezuela, estudié dos grandes tomos de la Historia del Cristianismo por Kenneth Scott Latourette, director del departamento de religión de la escuela superior de Yale, quizá uno de los mejores historiadores del siglo pasado, Latourette, refiriéndose a JESÚS, escribió lo siguiente: “…las huellas de esta vida en vez de borrarse con los pasos de los siglos, se han ahondado. A través de Él millones de individuos han sido transformados y han principiado a vivir la clase de vida que Él ejemplificó…A juzgar por Su influencia, Jesús es la figura central de la historia humana”.
El Cristo incomparable
“Hace más de dos mil años hubo un hombre que contrario a las leyes naturales de la vida. Este hombre vivió en la pobreza y fue criado en oscuridad. No viajó extensamente. Solamente una vez cruzó las fronteras del país en que vivía; eso fue cuando, siendo niño, estuvo un tiempo exilado. No poseía ni influencia ni dinero. Sus familiares no eran prominentes y carecían de todo entrenamiento o educación formal. Durante su infancia atemorizó a un rey; durante su niñez impresionó a los doctores; ya siendo hombre dominó la naturaleza, camino sobre las olas como si fuese el suelo y silenció los vientos y la mar. Sanó a las multitudes sin medicina y no cobró por sus servicios. Nunca escribió un libro; sin embargo, los libros que se han escrito sobre Él podrían llenar bibliotecas enormes. Nunca escribió un canto; sin embargo, ha provisto temas para más cantos que los que han producidos todos los compositores juntos. Nunca fundó una universidad, pero todas las universidades y escuelas juntas no tienen más discípulos que Él. Nunca dirigió un ejército, o enlistó a un soldado, o disparó un arma de fuego; sin embargo ningún líder ha tenido más voluntarios bajo sus órdenes que hayan hecho que tantos rebeldes entreguen sus armas y se rindan sin disparar un solo tiro. Nunca practicó la medicina, pero ha sanado mayor número de corazones quebrantados que todos los doctores puestos juntos. Cada séptimo día la actividad humana cesa y las multitudes van a adorarle. Los nombres de los grandes estadistas de Grecia y Roma florecieron y han quedado relegados al olvido. Pero aunque el tiempo ha colocado dos mil años entre este Hombre y nuestros días. Él siempre vive. Herodes no le pudo destruir y el sepulcro no le pude retener. Él está sobre el mayor pináculo de la gloria celestial, proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por los santos y temido por demonios, como el viviente y personal Cristo, nuestro Señor y Salvador”.__Autor desconocido
El viejo refrán que dice: “Una pizca de práctica vale mucho más que toneladas de teoría". Lo aplico aquí para decirles ¿Quién es Jesucristo para mí? Permítame relatarte brevemente cómo llegué a amar y servir a JESÚS. Tenía 17 años y un buen trabajo como fotógrafo profesional. Me consideraba un buen cristiano y que nunca le había hecho mal a nadie. Por aquel tiempo a mi trabajo, en el estudio fotográfico Luz y Sombra, llegó un cubano de nombre Orestes Martín Ramos. El carácter y la conducta diaria de aquel hombre, eran impecables. Es decir, un buen ejemplo. Este no era un cristiano fanático solamente era un buen amigo, pero todos los mediodía me invitaba a leer la Biblia con él. Un día descubrimos que la Biblia decía que Dios es un ser perfecto y santo y ama al ser humano. Igualmente dice que el ser humano es pecador y está por ello, enemistado con Dios. También la Escritura dice, que Dios se hizo Ser Humano en la Persona de JESÚS y llevó en la cruz todos nuestros pecados, ahora JESÚS, nos reconcilia con Dios y podemos llamar a Dios, Padre. En la cruz JESÚS pudo haber detenido el proceso de Su lucha y agonía; asumir Su omnipotencia como Dios y salvarse de aquella horrenda muerte en la cruz; pero no lo hizo por Su amor al pecador. Porque en la cruz del Calvario “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85.10) Pero para que el sacrificio de JESÚS, se haga realidad en el pecador, es necesario que nos arrepintamos de todos nuestros pecados y confesemos que JESÚS es el Señor y que Dios le levantó de los muertos. Poco a poco comencé a comprender que mi vida le pertenecía a Dios. Pero yo, no se la entregaba. Así me encontró aquel jueves de la Semana Santa de 1963, estudiando la Biblia solo en mi casa. Fijé mi mirada en el versículo 20 de San Juan capítulo 17, es la oración sacerdotal del Señor JESÚS por sus discípulos: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí, por la palabra de ellos”…Inmediatamente, la venda que cubría mi entendimiento fue quitada y lo comprendí todo: ¡JESÚS había orado por mí! Pedí perdón al Señor por no haberle amado como Él se merecía. Le abrí de par en par la puerta de mi corazón. Por primera vez, sentí paz. No vi visiones, pero desde entonces creo con todo mi corazón que Jesús vive en mí. No he sido el mismo desde aquel día. JESÚS y yo, tenemos una amistad por más de cuarenta años. Creo que lo importante no es que yo lo haya aceptado a Él, sino que Él, en Su gracia me acepta a mí cada día. Él es mi Dios y Señor, yo soy Su siervo. Él me da Su victoria, yo le doy mis derrotas. ¡JESÚS y sólo JESÚS, es mi pasión y triunfo! Con Él todo, Sin Él nada. Esta vida humana no me puede dar más nada, teniéndolo a Él lo tengo todo. El mundo no me puede quitar más nada, si me queda Él, estoy completo Todos los días también pienso en esto: JESÚS me ha sido Fiel, veo Su bendita mano cubre la mía, y cómo a mis hijos cuando eran pequeños, yo los conducía de la mano por los lugares peligrosos, de la misma manera, mi amado JESÚS me lleva también. Ahora, solo espero aquel día al final del camino, cuando me diga: “_ ¡Francisco, quédate conmigo. Entra al reposo de tu Señor! Entonces, le responderé lleno de gozo. Sí, me quedo contigo para siempre, amado ¡JESÚS!
Me despido con esta oración:… “que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre”.

Es todo por hoy,

Siempre tu pastor y amigo,

Francisco Aular
(703) 368-9176
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